Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;
Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado
Por la noche llega el asalto del insomnio, regalo de cuando vivía entre humo y ruido. Entonces me siento y recuerdo y lo cuento. Solo.
jueves, 30 de diciembre de 2010
WHEN YOU ARE OLD
When you are old and grey and full of sleep,
And nodding by the fire, take down this book,
And slowly read, and dream of the soft look
Your eyes had once, and of their shadows deep;
How many loved your moments of glad grace,
And loved your beauty with love false or true,
But one man loved the pilgrim soul in you,
And loved the sorrows of your changing face;
And bending down beside the glowing bars,
Murmur, a little sadly, how Love fled
And paced upon the mountains overhead
And hid his face amid a crowd of stars.
(by W.B. Yeats)
And nodding by the fire, take down this book,
And slowly read, and dream of the soft look
Your eyes had once, and of their shadows deep;
How many loved your moments of glad grace,
And loved your beauty with love false or true,
But one man loved the pilgrim soul in you,
And loved the sorrows of your changing face;
And bending down beside the glowing bars,
Murmur, a little sadly, how Love fled
And paced upon the mountains overhead
And hid his face amid a crowd of stars.
(by W.B. Yeats)
jueves, 23 de diciembre de 2010
THE SEED AND THE SORROW
no sé si la alegría en tus palabras
o esa cruz que luces entre senos
estandarte grande y bagatela
que tan íntimo llegó a mis manos
no sé si el horizonte fluído y campechano
o el color de tu mejilla sonrosada
desde antes, mucho antes
desde que el color derritió esa nieve
no sé si la nieve o su reflejo
en tus ojos de imprecisa mirada
lo que creció lentamente entre
mis manos de nieve en anegada ribera
no sé, en fin, con qué ojos me miraste
en el teléfono hablando primaveras
pero sé, amor, mi gran sorpresa
al saber que no eras solo una
y el sol en Capricornio se nos vuela
y la luna fugándose hasta enero
no me importa, amor, que no me importa
mas tampoco mis noches serán para ti sólo.
o esa cruz que luces entre senos
estandarte grande y bagatela
que tan íntimo llegó a mis manos
no sé si el horizonte fluído y campechano
o el color de tu mejilla sonrosada
desde antes, mucho antes
desde que el color derritió esa nieve
no sé si la nieve o su reflejo
en tus ojos de imprecisa mirada
lo que creció lentamente entre
mis manos de nieve en anegada ribera
no sé, en fin, con qué ojos me miraste
en el teléfono hablando primaveras
pero sé, amor, mi gran sorpresa
al saber que no eras solo una
y el sol en Capricornio se nos vuela
y la luna fugándose hasta enero
no me importa, amor, que no me importa
mas tampoco mis noches serán para ti sólo.
viernes, 17 de diciembre de 2010
UN POEMA DE CORTÁZAR
Te desnudé entre llantos y temblores
sobre una cama abierta a lo infinito,
y si no tuve lástima del grito
ni de las súplicas o los rubores,
fui en cambio el alfarero en los albores,
el fuego y el azar del lento rito,
sentí nacer bajo la arcilla el mito
del retorno a la fuente y a las flores.
En mis brazos tejiste la madeja
rumorosa del tiempo encadenado,
su eternidad de fuego recurrente;
no sé qué viste tú desde tu queja,
yo vi águilas y musgos, fui ese lado
del espejo en que canta la serpiente.
(De Salvo el crepúsculo, 1985 post.)
sobre una cama abierta a lo infinito,
y si no tuve lástima del grito
ni de las súplicas o los rubores,
fui en cambio el alfarero en los albores,
el fuego y el azar del lento rito,
sentí nacer bajo la arcilla el mito
del retorno a la fuente y a las flores.
En mis brazos tejiste la madeja
rumorosa del tiempo encadenado,
su eternidad de fuego recurrente;
no sé qué viste tú desde tu queja,
yo vi águilas y musgos, fui ese lado
del espejo en que canta la serpiente.
(De Salvo el crepúsculo, 1985 post.)
jueves, 16 de diciembre de 2010
UN POEMA DE ANTONIO MACHADO
Los árboles conservan
verdes aún las copas,
pero del verde mustio
de las marchitas frondas.
El agua de la fuente,
sobre la piedra tosca
y de verdín cubierta,
resbala silenciosa.
Arrastra el viento algunas
amarillentas hojas.
¡El viento de la tarde
sobre la tierra en sombra!
(De Soledades, galerías y otros poemas, pieza XC)
verdes aún las copas,
pero del verde mustio
de las marchitas frondas.
El agua de la fuente,
sobre la piedra tosca
y de verdín cubierta,
resbala silenciosa.
Arrastra el viento algunas
amarillentas hojas.
¡El viento de la tarde
sobre la tierra en sombra!
(De Soledades, galerías y otros poemas, pieza XC)
miércoles, 15 de diciembre de 2010
UN POEMA DE ALEIXANDRE
EL SILENCIO
Miró. Miró por último y quiso hablar.
Unas borrosas letras sobre sus labios aparecieron.
Amor. Sí, amé. He amado. Amé, amé mucho.
Alzó su mano débil, su mano sagaz, y un pájaro
voló súbito en la alcoba. Amé mucho, el aliento aún
decía.
Por la ventana negra de la noche las luces daban su
claridad
sobre una boca, que no bebía ya de un sentido
agotado.
Abrió los ojos. Llevó su mano al pecho y dijo:
Oídme.
Nadie oyó nada. Una sonrisa oscura veladamente puso
su dulce máscara
sobre el rostro, borrándolo.
Un soplo sonó. Oídme. Todos, todos pusieron su
delicado oído.
Oídme. Y se oyó puro, cristalino, el silencio.
(De Nacimiento último, 1953)
martes, 14 de diciembre de 2010
UN POEMA DE JUAN RAMÓN
COLORES, IDEAS
Los colores que saca la luz a los cuerpos,
me levantan, me escitan, no me dejan morir;
las ideas que saca la sombra a las almas,
me perturban, me escitan, no me dejan vivir.
¿Para qué estas ideas, para qué estos colores,
que nos cambian de sombra y de luz?
¿Dónde estaban?
No estaban.
¿Su destino es lucir y sombrar el morir?
Mi destino es morir el sombrar y el lucir.
( De Una colina meridiana, 1942-1950)
miércoles, 8 de diciembre de 2010
EPÍLOGO
piedrecita
piedrecita pequeña
en mi bolsillo
piedra grande
grande
en mi maleta
¿cual es
la que conmigo
vino?
¿con cual
de ellas compartí
mi Vuelta?
mi maleta se hizo
pequeña
y ya no cabes
mi bolsillo se hace
grande
y te abarca
sonríe
y ríe un día
sólo para mi
todo
todo no tendrás
pero sí
ese puente
roto
tras cuya mano
te espero
infinito
si me quieres asir
piedrecita pequeña
en mi bolsillo
piedra grande
grande
en mi maleta
¿cual es
la que conmigo
vino?
¿con cual
de ellas compartí
mi Vuelta?
mi maleta se hizo
pequeña
y ya no cabes
mi bolsillo se hace
grande
y te abarca
sonríe
y ríe un día
sólo para mi
todo
todo no tendrás
pero sí
ese puente
roto
tras cuya mano
te espero
infinito
si me quieres asir
SINTRA A SEVILLA
Nos despedimos de Lisboa con ternura, pero sea lo que sea en que haya de convertirse este descubrimiento debe germinar en el largo invierno, no nos iluminaremos hasta la primavera, si superamos la prueba de la tierra.
Me detengo en Quinta Regaleira para dejar tarjeta de visita y echar un rápido vistazo. Y, sobre todo, para atar un cabo de mi ovillado hilo de Ariadna. Que sepan que acechamos, que sepan que, más temprano que tarde, iremos.
Otra parada en Evora para visitar la magnífica catedral, asignatura pendiente desde la primavera. Y otra en la pousada de Vila Vizosa, para tomar el aperitivo....Y, por fin, en Zafra, para comprar el jamón, también asignatura pendiente, desde el medio del verano, cuando el big bang que dio comienzo a este universo. Pero, ¡estaba todo cerrado! Menos mal, no habría sabido qué diablos hacer con el bendito jamón.
Ya en destino me encuentro la casa impecable. Cayo se ha portado. Bromeo con él sobre lo hastiado que me tienen estos viajes a provincias. Tal vez sí hay un futuro para mi....
Mañana hará cincuenta y dos años de mi primera luz. Creo que me siento mejor. Y sé que me siento más joven, mucho más joven....
Me detengo en Quinta Regaleira para dejar tarjeta de visita y echar un rápido vistazo. Y, sobre todo, para atar un cabo de mi ovillado hilo de Ariadna. Que sepan que acechamos, que sepan que, más temprano que tarde, iremos.
Otra parada en Evora para visitar la magnífica catedral, asignatura pendiente desde la primavera. Y otra en la pousada de Vila Vizosa, para tomar el aperitivo....Y, por fin, en Zafra, para comprar el jamón, también asignatura pendiente, desde el medio del verano, cuando el big bang que dio comienzo a este universo. Pero, ¡estaba todo cerrado! Menos mal, no habría sabido qué diablos hacer con el bendito jamón.
Ya en destino me encuentro la casa impecable. Cayo se ha portado. Bromeo con él sobre lo hastiado que me tienen estos viajes a provincias. Tal vez sí hay un futuro para mi....
Mañana hará cincuenta y dos años de mi primera luz. Creo que me siento mejor. Y sé que me siento más joven, mucho más joven....
martes, 7 de diciembre de 2010
LISBOA
Lisboa es un misterio vivo, pues que todos sus barrios son un verdadero laberinto. Nadie sabe dónde empiezan o terminan, si de abajo a arriba o de arriba a abajo, el Chiado o la Alfama. El rectangular Rossío acaba siendo recorrido en espirales o en curvas semejantes, y siempre tenemos la impresión de estar buscando un centro. No son laberintos a la manera del cretense, con su monstruo y su tesoro. Son laberintos de catedral gótica, de los que han sobrevivido pocos, Chartres, por ejemplo, fotografiado, creo, en otra entrada de ésto. Laberintos hechos para recorrerlos íntegros alrededor del centro geométrico, pero sin llegar nunca a él. Nunca del todo.
En el hermetismo el laberinto es la serpiente. Entrelazada en el caduceo, o en el árbol de la vida, o mordiendo su propia cola. Todo ello tiene su sentido teórico y práctico, no solo aplicable a los seres individuales, sino también a los colectivos, como una ciudad o un país, como Lisboa o Portugal. ¿Acaso su historia no está jalonada de arrojos que irradian en espiral a todo el mundo?
He venido a Lisboa más veces que a París, Londres y Roma juntas, o sea, muchas. Ni que decir tiene que siempre hay algo aquí que me conmueve, me sorprende, me afecta en lo personal, me llena de felicidad, en fin, si no fuera así no volvería siempre que puedo. En una de estas visitas, sobre el 90 o 91 (recuerdo que vivía entonces en Asturias y que mi padre no faltaba), me planté en la iglesia de los Jerónimos, haciendo un esfuerzo metaespiritual, convencido por un colega lisboeta. El lugar, un tanto jocosamente, me gustó, y desde entonces no he dejado de darme una vuelta por Belém cada vez que vengo.
En esta ocasión también lo hice y, mientras deambulaba en torno al coro, me hallé inesperadamente ante el laberinto hecho piedra, serpiente tallada en una de las dos grandes columnas. Corrí (literalmente) hacia la otra y allí estaba otra vez la serpiente. Dos serpientes, arriba, discretamente protegiendo a Camoes y a Vasco de Gama, en el lugar del que partían, hace seiscientos años, las expediciones a Oriente, a Goa, a Kerala, a lo que luego fue mi Madras, a las Indias todas. Y también el lugar al que retornaban dichas expediciones, con sus riquezas materiales, y con sus riquezas espirituales, que precisamente el hermetismo se cuidó de proteger y perdurar.
El laberinto me había entregado, suavemente, su enigma. Sin necesidad de monstruo, ni espada, ni tesoro resplandeciente. Recordé mi equipaje, y que allí estaba, siguiendo el consejo que me fue otorgado justo antes de partir, el ovillado hilo de Ariadna. Podía volver a casa, ahora entendía el sentido de esta vuelta.
En el hermetismo el laberinto es la serpiente. Entrelazada en el caduceo, o en el árbol de la vida, o mordiendo su propia cola. Todo ello tiene su sentido teórico y práctico, no solo aplicable a los seres individuales, sino también a los colectivos, como una ciudad o un país, como Lisboa o Portugal. ¿Acaso su historia no está jalonada de arrojos que irradian en espiral a todo el mundo?
He venido a Lisboa más veces que a París, Londres y Roma juntas, o sea, muchas. Ni que decir tiene que siempre hay algo aquí que me conmueve, me sorprende, me afecta en lo personal, me llena de felicidad, en fin, si no fuera así no volvería siempre que puedo. En una de estas visitas, sobre el 90 o 91 (recuerdo que vivía entonces en Asturias y que mi padre no faltaba), me planté en la iglesia de los Jerónimos, haciendo un esfuerzo metaespiritual, convencido por un colega lisboeta. El lugar, un tanto jocosamente, me gustó, y desde entonces no he dejado de darme una vuelta por Belém cada vez que vengo.
En esta ocasión también lo hice y, mientras deambulaba en torno al coro, me hallé inesperadamente ante el laberinto hecho piedra, serpiente tallada en una de las dos grandes columnas. Corrí (literalmente) hacia la otra y allí estaba otra vez la serpiente. Dos serpientes, arriba, discretamente protegiendo a Camoes y a Vasco de Gama, en el lugar del que partían, hace seiscientos años, las expediciones a Oriente, a Goa, a Kerala, a lo que luego fue mi Madras, a las Indias todas. Y también el lugar al que retornaban dichas expediciones, con sus riquezas materiales, y con sus riquezas espirituales, que precisamente el hermetismo se cuidó de proteger y perdurar.
El laberinto me había entregado, suavemente, su enigma. Sin necesidad de monstruo, ni espada, ni tesoro resplandeciente. Recordé mi equipaje, y que allí estaba, siguiendo el consejo que me fue otorgado justo antes de partir, el ovillado hilo de Ariadna. Podía volver a casa, ahora entendía el sentido de esta vuelta.
SANTIAGO A SINTRA
Viaje largo, pero con buen tiempo y autopista. Con los habituales errores de la señalización local llegamos sin más novedad hacia la siete de la tarde hora local.
La ciudad es tal como la habíamos imaginado, y lo avanzado del día y el cansancio acumulado nos aconsejan economizar fuerzas y eludir las interminables cuestas que rodean el centro. Como tampoco hay ganas de coger el coche optamos por el aperitivo y la cena, que, pasado el desmadre gallego, fue de nuevo frugal: sopa rica de pescado y bacalao macerado en vino de Oporto, con la garrafa de blanco de la casa y crepés de azúcar y canela. Café, sin.
Sin embargo la proximidad del Sur me hace recordar vivamente muchas cosas y, sobre todo, muchas personas que quedaron difusas cuando subí Despeñaperros. Mientras siga allá, en el profundo Sur, forman parte importantísima de mi vida, pues la conforman, y con tanto poder como las cosas nuevas que he encontrado y, algunas, comprendido. Ello hace aflorar una vieja inquietud, la del contraste de lo viejo con lo nuevo, la de aferramiento a lo que siempre estuvo ahí pues la única forma de zafarse es destruirlo, y eso no lo queremos, a veces.
Pero quedan dos días, que quizá me hagan menos ignorante, y algo de luz me sea dado vislumbrar.
La ciudad es tal como la habíamos imaginado, y lo avanzado del día y el cansancio acumulado nos aconsejan economizar fuerzas y eludir las interminables cuestas que rodean el centro. Como tampoco hay ganas de coger el coche optamos por el aperitivo y la cena, que, pasado el desmadre gallego, fue de nuevo frugal: sopa rica de pescado y bacalao macerado en vino de Oporto, con la garrafa de blanco de la casa y crepés de azúcar y canela. Café, sin.
Sin embargo la proximidad del Sur me hace recordar vivamente muchas cosas y, sobre todo, muchas personas que quedaron difusas cuando subí Despeñaperros. Mientras siga allá, en el profundo Sur, forman parte importantísima de mi vida, pues la conforman, y con tanto poder como las cosas nuevas que he encontrado y, algunas, comprendido. Ello hace aflorar una vieja inquietud, la del contraste de lo viejo con lo nuevo, la de aferramiento a lo que siempre estuvo ahí pues la única forma de zafarse es destruirlo, y eso no lo queremos, a veces.
Pero quedan dos días, que quizá me hagan menos ignorante, y algo de luz me sea dado vislumbrar.
lunes, 6 de diciembre de 2010
FINISTERRE
Por Santiago hay que pasear indiferente al mal tiempo, como los ingleses y los rusos. Aceptado esto encontramos una ciudad cuya parte vieja, aunque mercantilmente adaptada a las masas, conserva un aire natural que permite vivirla como si no hubiera comercio ni turismo. La afluencia de bares y restaurantes no precisamente orientados a turistas tiene mucho que ver con ello, y a pesar del corto tiempo que aquí he estado creo que estoy en lo cierto. La comunidad estudiantil, probablemente, aporta la otra mitad de la naranja.
Por la tarde continuamos hacia el oeste hasta que ya no podemos más, pues la tierra llega a su fin. Finisterre es un cabo alargado hacia el sur, cuyo último pueblo se llama, curiosamente, san Roque. El día está lluvioso pero fieles a su cita, Sol y Luna, en Sagitario, se sumergen juntos, muy juntos, como uno dentro de la otra, en las agitadas aguas del Oceáno. No se ve nada, todo es gris y lluvia, pero yo siento que están ahí, descendiendo. Su gravedad se transmite perfectamente a mis centros nerviosos, donde por mi parte he dejado bien dispuesto, arreglado, perfumado y envuelto, todo aquello que las dos luces deben llevarse consigo al fondo del mar.
La noche cae muy lentamente, a pesar de lo gris del día el ocaso parece ser eterno. Y yo me voy sintiendo liberado de un lastre que no permitía a la red ocupar su lugar justo entre dos aguas. Ahora sí, ahí queda, a la espera, con el lastre justo para que no se mueva de su profundidad tan trabajosamente ajustada.
Y así estoy yo, en tierra, pensando si será lenguado o merluza. No da igual, pero sea lo que sea, que sea a la gloria de Tu nombre.
Por la tarde continuamos hacia el oeste hasta que ya no podemos más, pues la tierra llega a su fin. Finisterre es un cabo alargado hacia el sur, cuyo último pueblo se llama, curiosamente, san Roque. El día está lluvioso pero fieles a su cita, Sol y Luna, en Sagitario, se sumergen juntos, muy juntos, como uno dentro de la otra, en las agitadas aguas del Oceáno. No se ve nada, todo es gris y lluvia, pero yo siento que están ahí, descendiendo. Su gravedad se transmite perfectamente a mis centros nerviosos, donde por mi parte he dejado bien dispuesto, arreglado, perfumado y envuelto, todo aquello que las dos luces deben llevarse consigo al fondo del mar.
La noche cae muy lentamente, a pesar de lo gris del día el ocaso parece ser eterno. Y yo me voy sintiendo liberado de un lastre que no permitía a la red ocupar su lugar justo entre dos aguas. Ahora sí, ahí queda, a la espera, con el lastre justo para que no se mueva de su profundidad tan trabajosamente ajustada.
Y así estoy yo, en tierra, pensando si será lenguado o merluza. No da igual, pero sea lo que sea, que sea a la gloria de Tu nombre.
domingo, 5 de diciembre de 2010
PONFERRADA A SANTIAGO
Diana a las once y media, desayuno de chocolate y churros para engrasar y tirando para Galicia. El tiempo es bueno y el trayecto corto, así que llegamos de día a tiempo para un paseo por el Santiago viejo. La cena tan frugal como habitualmente. El día pasa, sin más, ligero, sin lastre, acariciándome tiernamente, como calma chicha antes de la tormenta. Porque huele, huele a lluvia.
viernes, 3 de diciembre de 2010
PONFERRADA
Me asomo a la ventana al despertar y por vez primera luce un sol esplendoroso, pero queda el blanco de la nevada de anoche. En el parque de enfrente, labrado en la nieve, un mensaje: Alberto y Bea. Anoche, antes de bajar a cenar, vi a Alberto desde esta misma ventana cuando comenzaba su trabajo, aunque no sabía lo que estaba haciendo. Son letras grandísimas, de tres o cuatro metros, hermosamente entrelazadas. Debió llevarle varias horas concluirlo, en el frío de la noche. ¿Cuantas noches esperó Alberto la gran nevada para expresar sus sentimientos hacia Bea? ¿Por qué eligió ese modo de hacerlo? ¿Le habrá aceptado Bea? ¿Qué sentido tiene un amor así? ¿Pero es que importa el sentido si el amor es en realidad Amor? Esas preguntas me hago y pienso en la noche sublime de Alberto y Bea....¡Qué inocente todo! Pero qué bonito.....
Como hacía buen tiempo y el frío era soportable decidimos que el día fuera tranquilo. Por la vieja Ponferrada, de la iglesia al museo, del museo a la basílica, de la basílica a otra iglesia. Despacito, y entre visita y visita, paradita en los perfectamente aclimatados tugurios de la zona para el tinto y la tapita. Comida frugal, desde luego y ¡ay, que lentejitas....!
Por la tarde, el castillo templario. Grande, fascinante, misterioso. Pienso en aquellos hombres, tan distintos a mi por creencias y por armas, pero tan iguales en la necesidad de luchar cuando la injusticia se hace presente y, a pesar de las derrotas, no rendirnos nunca, nunca...
A la salida del castillo, como sorpresa de despedida, una exposición de libros viejos, muy, muy viejos, Beatos de Liébana casi todos. Papel o pergamino escrito e iluminado hace más de mil años. ¡Qué hermosos grabados, qué color, qué escenas! Algunos, muchos, surrealistas, oníricos, me recuerdan al CG Jung del libro rojo. No creo que esos monjes se limitaran a copiar y copiar, más bien que ellos tenían también su Filemón escondido en su particular cámara de reflexión y fueron capaces de sacarlo, estudiarlo, dialogar con él, y ponerlo en el pergamino. Recuerdo la exposición de textos de alquimia en Pondicherry, hace ya tanto tiempo, allá, en el oriente. Aquello fue un hito, un punto y aparte. ¿Qué sucederá ahora? ¿Conmigo? ¿Quien soy, qué quiero ser, dónde he de llegar?
A la vuelta, buscando el aparcamiento, nos perdemos, para variar y ¡bingo! encontramos por casualidad la versión local del Caracol, aquí llamado Lobos y Lobas. El apacible ambiente, la música, las personas, la propietaria, sus amigos, los parroquianos,...en fin, que de allí al hotel a la ducha y a cenar, frugalmente, algo, y para allá que vamos otra vez, que mañana es sábado y no hay que madrugar.
Como hacía buen tiempo y el frío era soportable decidimos que el día fuera tranquilo. Por la vieja Ponferrada, de la iglesia al museo, del museo a la basílica, de la basílica a otra iglesia. Despacito, y entre visita y visita, paradita en los perfectamente aclimatados tugurios de la zona para el tinto y la tapita. Comida frugal, desde luego y ¡ay, que lentejitas....!
Por la tarde, el castillo templario. Grande, fascinante, misterioso. Pienso en aquellos hombres, tan distintos a mi por creencias y por armas, pero tan iguales en la necesidad de luchar cuando la injusticia se hace presente y, a pesar de las derrotas, no rendirnos nunca, nunca...
A la salida del castillo, como sorpresa de despedida, una exposición de libros viejos, muy, muy viejos, Beatos de Liébana casi todos. Papel o pergamino escrito e iluminado hace más de mil años. ¡Qué hermosos grabados, qué color, qué escenas! Algunos, muchos, surrealistas, oníricos, me recuerdan al CG Jung del libro rojo. No creo que esos monjes se limitaran a copiar y copiar, más bien que ellos tenían también su Filemón escondido en su particular cámara de reflexión y fueron capaces de sacarlo, estudiarlo, dialogar con él, y ponerlo en el pergamino. Recuerdo la exposición de textos de alquimia en Pondicherry, hace ya tanto tiempo, allá, en el oriente. Aquello fue un hito, un punto y aparte. ¿Qué sucederá ahora? ¿Conmigo? ¿Quien soy, qué quiero ser, dónde he de llegar?
A la vuelta, buscando el aparcamiento, nos perdemos, para variar y ¡bingo! encontramos por casualidad la versión local del Caracol, aquí llamado Lobos y Lobas. El apacible ambiente, la música, las personas, la propietaria, sus amigos, los parroquianos,...en fin, que de allí al hotel a la ducha y a cenar, frugalmente, algo, y para allá que vamos otra vez, que mañana es sábado y no hay que madrugar.
BURGO DE OSMA A PONFERRADA
Nos desayunamos con la catedral del Burgo de Osma, gótica ella, para compensar un poco del silencio románico. O eso creíamos, porque la iglesia estaba desierta y tuvimos ocasión de gozar del raro privilegio de pasear una catedral gótica en solitario. El silencio era más grande que en los pequeños edificios románicos, pero era igual de profundo y absorbente. La mente también se rebelaba y zumbaba, pero entre zumbido y zumbido me percataba de que Ello estaba ahí, manifestándose, de que por fin había luz, y circulaba. Todo estaba bien, al fin.
El paso a través del cañón del río Lobos fue magnífico. Subimos y subimos, otra vez hasta los mil y pico metros, y, ya arriba, paramos en un mirador, desierto, desde luego. Caminé con cuidado hasta el borde del cañón y allí apareció el milagro en forma de águila planeando, pasando tan a mi lado que casi la acariciaba, que vi cómo su ojo me ignoraba, y me vino a la mente aquel poema:
...si alguna vez me ves
mirándote a los ojos
y descubres en los míos
un deje de amor
no retires tus fusiles
ni creas que he cambiado
sabe, simplemente,
que puedes contar conmigo...
El águila pasó, pero había muchas más en el cielo.
En Santo Domingo de Silos estaba todo cerrado, pero no importó. Estábamos en el lugar en el que los monjes, los mismos que traducían a Aristóteles y Avicena (bueno, este algo después) se dieron cuenta que la lengua nueva que hablaba el pueblo en la frontera podía ser escrita con los mismos grafismos que el viejo latín. Aquí nació el castellano, que hoy es español y mundial, el lenguaje con el que mejor juego e investigo los símbolos, con el que me transmito, a mí mismo, mis emociones, mis pasiones, y que sea por mucho tiempo.
El resto del viaje fue trivial, excepto porque conducir con la nevada en contra, formando un túnel ante los ojos que absorbía y mareaba, me trajo la memoria de la escena final de 2001, odisea del espacio, no me habría extrañado despertar de pronto en otro tiempo y en otro lugar, ¿sería yo mismo? Por ejemplo en una suite, con la cámara espacial al lado, escuchando mi propia respiración 40 años después, renaciendo niño a un universo nuevo. Quizá fue así.
Llegamos, una vez más, tarde a la meta, pero, también una vez más, a tiempo para el aperitivo. La cena, frugal esta vez: menú del día, con crema de marisco y albóndigas a la jardinera, café incluido. Y un pacharán, para la digestión y para desembotar la mente, de tanta y tanta inocente blancura.
El paso a través del cañón del río Lobos fue magnífico. Subimos y subimos, otra vez hasta los mil y pico metros, y, ya arriba, paramos en un mirador, desierto, desde luego. Caminé con cuidado hasta el borde del cañón y allí apareció el milagro en forma de águila planeando, pasando tan a mi lado que casi la acariciaba, que vi cómo su ojo me ignoraba, y me vino a la mente aquel poema:
...si alguna vez me ves
mirándote a los ojos
y descubres en los míos
un deje de amor
no retires tus fusiles
ni creas que he cambiado
sabe, simplemente,
que puedes contar conmigo...
El águila pasó, pero había muchas más en el cielo.
En Santo Domingo de Silos estaba todo cerrado, pero no importó. Estábamos en el lugar en el que los monjes, los mismos que traducían a Aristóteles y Avicena (bueno, este algo después) se dieron cuenta que la lengua nueva que hablaba el pueblo en la frontera podía ser escrita con los mismos grafismos que el viejo latín. Aquí nació el castellano, que hoy es español y mundial, el lenguaje con el que mejor juego e investigo los símbolos, con el que me transmito, a mí mismo, mis emociones, mis pasiones, y que sea por mucho tiempo.
El resto del viaje fue trivial, excepto porque conducir con la nevada en contra, formando un túnel ante los ojos que absorbía y mareaba, me trajo la memoria de la escena final de 2001, odisea del espacio, no me habría extrañado despertar de pronto en otro tiempo y en otro lugar, ¿sería yo mismo? Por ejemplo en una suite, con la cámara espacial al lado, escuchando mi propia respiración 40 años después, renaciendo niño a un universo nuevo. Quizá fue así.
Llegamos, una vez más, tarde a la meta, pero, también una vez más, a tiempo para el aperitivo. La cena, frugal esta vez: menú del día, con crema de marisco y albóndigas a la jardinera, café incluido. Y un pacharán, para la digestión y para desembotar la mente, de tanta y tanta inocente blancura.
miércoles, 1 de diciembre de 2010
CAMPOS DE SORIA
Hoy ha seguido nevando pero entre mediodía y el ocaso el tiempo ha dado tregua, lo que hemos aprovechado para movernos, que de eso se trata en todo viaje, más en este. Camino de Soria paramos en el alto de Villaciervos, a más de mil metros, donde la blancura nos invade por completo. La nevada no es muy alta, y el blanco alterna con el marrón de las hierbas que sobresalen por encima. El tiempo nuboso impide ver las montañas, y nos sentimos envueltos por una cúpula de blancura, nieve en la tierra, nubes en el cielo, niebla en el horizonte, que reduce el mundo a los 500 metros a donde alcanza la vista y que, por la maravilla de la ósmosis, capaz de purificar hasta el agua más salada, permite que el color blanco entre en nuestras almas y se remanse en ellas. La vivencia es de paz, íntegra, casi absoluta.....algo le falta para realmente ser absoluta, y no sé qué es, pero me reafirmo en la sensación que tuve a mitad de la etapa prólogo, cuando algo en mí se rompió, algo físico, y síquico, y espiritual, y supe que estaba bien así, que no había que recoger los trocitos para emprender nada nuevo con ellos, que la pieza central del puzzle era en realidad un hueco, y que ese hueco recién se estaba creando. A su alrededor, como en los cuadrados mágicos de 49 piezas, podía girar el universo entero.
El paseo por la vieja Soria fue tal como lo hubiera imaginado si en ello me hubiese entretenido. Ahí también todo era apacible, los viejos olmos deshojados me hacían guiños sin parar, las voces de Gustavo, de Antonio, de Gerardo, susurraban tras cada esquina. El sábado viene el Betis a jugar con el Numancia, pero ese día ya estaré lejos. ¡Qué contraste! ¡Qué lejos me parece el Guadalquivir, parco en aguas frente al viejo Duero! Recuerdo los versos del Hermano, Oh Soria....y el entrañable jardín de la calle Dueñas donde yo también he olido florecer al limonero.
Pero Soria, sobre todo, es románica, como lo es Andorra; mas aquí es todo más sobrio y más profundo. Las viejas iglesias que hemos visitado no tienen iluminación artificial, de modo que son como eran hace mil años y más. Como el día está nublado casi no se ve nada en su interior, y como además estamos solos en cuanto dejamos de caminar y nos sentamos el silencio, íntegro, casi absoluto, trata de tomar posesión de nosotros para transmitirnos Eso de lo cual solo Él puede ser vehículo, Eso que somos y está bien adentro. La mente, como siempre, se asusta, y para protegerse produce ese peculiar zumbido que impide el acceso del Silencio. No es otra cosa nuestra Búsqueda, y me siento como si fuera pequeño, pequeño.....
Y para compensar el ayuno del mediodía decidimos que la cena sea de sopa castellana y cochinillo al horno, que el cuerpo también debe tener su alimento. Me voy, pues, en paz y en silencio, al ansiado apetitivo.
El paseo por la vieja Soria fue tal como lo hubiera imaginado si en ello me hubiese entretenido. Ahí también todo era apacible, los viejos olmos deshojados me hacían guiños sin parar, las voces de Gustavo, de Antonio, de Gerardo, susurraban tras cada esquina. El sábado viene el Betis a jugar con el Numancia, pero ese día ya estaré lejos. ¡Qué contraste! ¡Qué lejos me parece el Guadalquivir, parco en aguas frente al viejo Duero! Recuerdo los versos del Hermano, Oh Soria....y el entrañable jardín de la calle Dueñas donde yo también he olido florecer al limonero.
Pero Soria, sobre todo, es románica, como lo es Andorra; mas aquí es todo más sobrio y más profundo. Las viejas iglesias que hemos visitado no tienen iluminación artificial, de modo que son como eran hace mil años y más. Como el día está nublado casi no se ve nada en su interior, y como además estamos solos en cuanto dejamos de caminar y nos sentamos el silencio, íntegro, casi absoluto, trata de tomar posesión de nosotros para transmitirnos Eso de lo cual solo Él puede ser vehículo, Eso que somos y está bien adentro. La mente, como siempre, se asusta, y para protegerse produce ese peculiar zumbido que impide el acceso del Silencio. No es otra cosa nuestra Búsqueda, y me siento como si fuera pequeño, pequeño.....
Y para compensar el ayuno del mediodía decidimos que la cena sea de sopa castellana y cochinillo al horno, que el cuerpo también debe tener su alimento. Me voy, pues, en paz y en silencio, al ansiado apetitivo.
DE ANDORRA LA VELLA AL BURGO DE OSMA
La nevada continuó con suavidad durante toda la mañana, impregnando el aire, la tierra y el espíritu. Pasado mediodía se transformó en lluvia y luego en silencio, pero para entonces ya habíamos bajado mucho de cota y estábamos en Lérida.
Cuando pasamos por Zaragoza íbamos bien retrasados y ya era de noche. La Z-40 se comportó muy bien, como uno espera de un distribuidor de tráfico en España: nos equivocamos tres veces, y solo tras otras tantas medias vueltas o vueltas completas a despistadas rotondas, fue que conseguimos enfilar la carretera de Soria.
Otro tanto había pasado unos días antes para salir de Barcelona, donde la ciudad había luchado, con similares armas, para tratar de que no marcháramos. Allí completamos muchas más rotondas, con indicadores contradictorios, tratando de intuir cual sería el verdadero antes de entrar equivocadamente en una autopista sin cambios de sentido. Pero fue en Zaragoza cuando entendí por qué la guía de carreteras del año 2009 que había comprado el día antes de la partida, tenía, precisamente, precio de saldo. Le faltó poco para echarse a volar por la ventanilla, juro que si no la ayudé fue por motivos ecológicos. La sombra del GPS planea sobre mi, pero seguiré resistiendo: una cosa son tres euros en inútiles mapas de papel y otra 300 en una voz capaz de meterme por caminos de cabra sin perder su flema ni un instante.
El trayecto, en fin, fue de los más duros de mi vida al volante, nueve horas para algo que en verano y de día habría hecho en la mitad o menos. Saliendo de Huesca, tras una pequeña subida, apareció la niebla, voraz, que durante unos 30 km nos obligó al paso de la tortuga, que no caracol. Más adelante un cartel anunció que estábamos en puerto de montaña a 1000 metros de altura. Aquello era como un sueño infernal, pero a cero grados.
Ya en Soria las condiciones mejoraron y pudimos coger velocidad, completando la etapa sin más novedad y llegando a destino a tiempo para el aperitivo y la cena que, como juré el día anterior, fue frugal: huevos con papas y beicon. Mañana será otro día.
Cuando pasamos por Zaragoza íbamos bien retrasados y ya era de noche. La Z-40 se comportó muy bien, como uno espera de un distribuidor de tráfico en España: nos equivocamos tres veces, y solo tras otras tantas medias vueltas o vueltas completas a despistadas rotondas, fue que conseguimos enfilar la carretera de Soria.
Otro tanto había pasado unos días antes para salir de Barcelona, donde la ciudad había luchado, con similares armas, para tratar de que no marcháramos. Allí completamos muchas más rotondas, con indicadores contradictorios, tratando de intuir cual sería el verdadero antes de entrar equivocadamente en una autopista sin cambios de sentido. Pero fue en Zaragoza cuando entendí por qué la guía de carreteras del año 2009 que había comprado el día antes de la partida, tenía, precisamente, precio de saldo. Le faltó poco para echarse a volar por la ventanilla, juro que si no la ayudé fue por motivos ecológicos. La sombra del GPS planea sobre mi, pero seguiré resistiendo: una cosa son tres euros en inútiles mapas de papel y otra 300 en una voz capaz de meterme por caminos de cabra sin perder su flema ni un instante.
El trayecto, en fin, fue de los más duros de mi vida al volante, nueve horas para algo que en verano y de día habría hecho en la mitad o menos. Saliendo de Huesca, tras una pequeña subida, apareció la niebla, voraz, que durante unos 30 km nos obligó al paso de la tortuga, que no caracol. Más adelante un cartel anunció que estábamos en puerto de montaña a 1000 metros de altura. Aquello era como un sueño infernal, pero a cero grados.
Ya en Soria las condiciones mejoraron y pudimos coger velocidad, completando la etapa sin más novedad y llegando a destino a tiempo para el aperitivo y la cena que, como juré el día anterior, fue frugal: huevos con papas y beicon. Mañana será otro día.
martes, 30 de noviembre de 2010
PIRINEO
Piedra, roca, piedra, roca, así es esta tierra: de la pura roca esculpida en montaña por los dioses, a la piedra tallada por el hombre para hacerla dios. Puro románico, lo que me traslada a otras inquietudes, a las anteriores al gótico. Son más simples y más transparentes. Se resuelven con un recuerdo, un verso, una melodía. Y son las más importantes. La vida, el nacimiento, la muerte, son ahí.
Luego subimos allá a lo alto (la-haut?), hasta los 2.300 metros del pico de Vallnord, en telecabina. La última vez que subí a un artilugio similar fue a un funicular que cruzaba el río en el bajo Rin alemán. Aguanté la espera atroz al cierre de las puertas hasta unos segundillos antes de que se produjeran, y esos segundillos fueron suficientes para permitir el brinco afuera y alejarme rápido de la estación bajo la estupefacta mirada de los férreos germanos que no entenderían jamás que alguien pague dos o tres marcos sólo para compartir su presencia los minutos anteriores al movimiento del vehículo.
Esta vez no fue así, no en vano han pasado casi 20 años de aquello, he aprendido a volar (y tengo un aeroplano). La subida, casi rozando los abetos nevados, fue espectacular, como lo fue la posterior bajada y como lo fue el ratillo que eché arriba, procurando diferenciar hielo de nieve en el suelo para no darme el batacazo, disfrutando del impresionante paisaje que estaba a mi vera, agradecido porque ese día, en ese momento, no soplara el gélido viento que nos habría obligado a buscar refugio.
El café calentito fue agradabilísimo, como lo fue PB, el propietario británico, primer hombre que conozco que ha estado en el polo norte. La conversación fue breve pero intensa, al saber que era habitante del desierto me dijo algo sobre la nieve que no olvidaré jamás, pues alimenta ya mi alma de río, de Heráclito el Oscuro fluyendo desde la tierra de los hiperbóreos.
Terminó el día con sopa de cebolla, riquísima pero menos que la de la etapa prólogo, y chuletón de buey porque, pardiez, mañana empieza la austeridad, lo juro.
Ahora está clareando el día siguiente, y está nevando. Todo lo que veo, todo es blanco, como el recuerdo de una sonrisa.
Luego subimos allá a lo alto (la-haut?), hasta los 2.300 metros del pico de Vallnord, en telecabina. La última vez que subí a un artilugio similar fue a un funicular que cruzaba el río en el bajo Rin alemán. Aguanté la espera atroz al cierre de las puertas hasta unos segundillos antes de que se produjeran, y esos segundillos fueron suficientes para permitir el brinco afuera y alejarme rápido de la estación bajo la estupefacta mirada de los férreos germanos que no entenderían jamás que alguien pague dos o tres marcos sólo para compartir su presencia los minutos anteriores al movimiento del vehículo.
Esta vez no fue así, no en vano han pasado casi 20 años de aquello, he aprendido a volar (y tengo un aeroplano). La subida, casi rozando los abetos nevados, fue espectacular, como lo fue la posterior bajada y como lo fue el ratillo que eché arriba, procurando diferenciar hielo de nieve en el suelo para no darme el batacazo, disfrutando del impresionante paisaje que estaba a mi vera, agradecido porque ese día, en ese momento, no soplara el gélido viento que nos habría obligado a buscar refugio.
El café calentito fue agradabilísimo, como lo fue PB, el propietario británico, primer hombre que conozco que ha estado en el polo norte. La conversación fue breve pero intensa, al saber que era habitante del desierto me dijo algo sobre la nieve que no olvidaré jamás, pues alimenta ya mi alma de río, de Heráclito el Oscuro fluyendo desde la tierra de los hiperbóreos.
Terminó el día con sopa de cebolla, riquísima pero menos que la de la etapa prólogo, y chuletón de buey porque, pardiez, mañana empieza la austeridad, lo juro.
Ahora está clareando el día siguiente, y está nevando. Todo lo que veo, todo es blanco, como el recuerdo de una sonrisa.
domingo, 28 de noviembre de 2010
BARCELONA A ANDORRA LA VELLA
En la cripta de la Sagrada Familia había una misa concelebrada por el arzobispo y media docena de sacerdotes, con asistencia de un gran grupo de peregrinos de Lourdes. Tan cerca del Lisboa que nos espera al final de nuestro viaje... Me pareció (lo de la misa) una paradoja demasiado cercana como para ignorarla, así que me quedé un rato allá abajo (la-bàs) hasta que las crípticas bromas de su Excelencia dirigidas a los portugueses me echaron del sitio, que se me antojaba más función circense que celebración eucarística.
Montserrat me impresionó fuerte, profundamente. En esa rocosa y a la vez desnuda y frondosa montaña, como esculpida en el viento con la piedra más profunda de la tierra, ahí sí que había energía, fluyendo suave pero contundentemente. Miramos al fondo de nosotros mismos y nos vemos como pajarillos, pequeños pero audaces, aparentemente frágiles pero con dos alas....
Y Andorra ha sido una agradable sorpresa, un remanso, seguramente el último, en esta vuelta a la piel de toro en pos de la luna llena que, huidiza, siempre se me ha escapado. Ahora es menguante y pequeñita, pero la siento cariñosa a mi lado y no temo sus juicios ni sus cambios de tono. Esto es un paraíso escandaloso, pero solo estaré dos días y no le daré tiempo al tiempo para que intente remorderme la conciencia.
Sigo sin creer en el futuro, pero el presente me apacigua cada día más y más.....
Montserrat me impresionó fuerte, profundamente. En esa rocosa y a la vez desnuda y frondosa montaña, como esculpida en el viento con la piedra más profunda de la tierra, ahí sí que había energía, fluyendo suave pero contundentemente. Miramos al fondo de nosotros mismos y nos vemos como pajarillos, pequeños pero audaces, aparentemente frágiles pero con dos alas....
Y Andorra ha sido una agradable sorpresa, un remanso, seguramente el último, en esta vuelta a la piel de toro en pos de la luna llena que, huidiza, siempre se me ha escapado. Ahora es menguante y pequeñita, pero la siento cariñosa a mi lado y no temo sus juicios ni sus cambios de tono. Esto es un paraíso escandaloso, pero solo estaré dos días y no le daré tiempo al tiempo para que intente remorderme la conciencia.
Sigo sin creer en el futuro, pero el presente me apacigua cada día más y más.....
VILLARROBLEDO A BARCELONA
El acceso a Barcelona en automóvil es famoso por sus múltiples peajes. No es que sea caro, es que hay muchos puntos en los que es preciso parar y abonar un "pequeño"`peaje. Ello es debido, no a la autopista, sino a los túneles que horadan la tierra entre Castelldefels y la ciudad condal. Son túneles largos, de promoción estatal, en régimen de concesión. Y como son proyectos y por ello concesiones diferentes, cada túnel tiene su peaje.
Y así fueron también las cosas en Barcelona, en relación con el trabajo que habíamos ido a hacer. Se consiguieron los objetivos, al 101%, pero hubo que pagar múltiples aunque pequeños peajes. Es decir, que no fue duro, aunque sí desagradable; todo ello no empaña la satisfacción del deber cumplido y la obra culminada. Los pretorianos tuvieron que ponerse a la defensiva y acabaron públicamente revolcados.
Así las cosas fue noche de gozo y alegría. Hacía frío, pero no era húmedo, lo que invitaba al paseo y al disfrute de una ciudad que siempre me ha excitado como pocas en el mundo. La cena fue perfecta y el postre mejor, y me alcanzó la intuición de que también podía haber paz entre el espejo y yo, cualquier cosa que fuera esto.
Tras la paz, la esperanza, verde, verde......
Y así fueron también las cosas en Barcelona, en relación con el trabajo que habíamos ido a hacer. Se consiguieron los objetivos, al 101%, pero hubo que pagar múltiples aunque pequeños peajes. Es decir, que no fue duro, aunque sí desagradable; todo ello no empaña la satisfacción del deber cumplido y la obra culminada. Los pretorianos tuvieron que ponerse a la defensiva y acabaron públicamente revolcados.
Así las cosas fue noche de gozo y alegría. Hacía frío, pero no era húmedo, lo que invitaba al paseo y al disfrute de una ciudad que siempre me ha excitado como pocas en el mundo. La cena fue perfecta y el postre mejor, y me alcanzó la intuición de que también podía haber paz entre el espejo y yo, cualquier cosa que fuera esto.
Tras la paz, la esperanza, verde, verde......
jueves, 25 de noviembre de 2010
SEVILLA A VILLARROBLEDO
Las primeras etapas suelen ser cortas y cómodas, y esta vez no ha sido la excepción. El valle del Guadalquivir amenazaba lluvia, sin dejarla caer, Despeñaperros fue grandioso como siempre y en La Mancha hacía mejor tiempo y más frío.
Recorriéndola, en ese infinito de tierra y tierra sin nombre, sin buenaventura, solar del andar a la ventura de quijotes y sanchos, me preguntaba qué manchas había en mi vida, y por qué estaban allí.
La respuesta llegó de través, y supe que no había más manchas que las que entraron al laberinto y que estaban tan ajenas como el monstruo que me había acosado y que ahora yo sabía (creo) muerto, en sus tres cabezas de hidra hedonista y tentadora (como la Vida misma).
Me sentí tranquilo en el camino pero, tras la soberbia cena castellana volvió a inquietarme la Mancha: si ya no existe, ¿es que he amado bastante? ¿Lo he hecho bien?
Recorrí paso a paso los recovecos de un alma que no quiere nunca estar a buenas consigo misma pero concluí que sí: las jornadas en La Mancha son todas iguales, como las del mar, donde basta un dejarse mecer por una ola feliz para que el mundo readquiera el sentido que nunca ha dejado de tener.
Yo también me sentí feliz, tristemente feliz, absorbido por la ola manchega que, inmóvil, daba a mi vida tierra y más tierra.
Para reposar la frugal aunque exquisita cena me pido una botellita de soda con hielo, y me retiro pronto, no vaya a ser que el sueño se revele rebelde y haya también que trabajar por la noche.
Recorriéndola, en ese infinito de tierra y tierra sin nombre, sin buenaventura, solar del andar a la ventura de quijotes y sanchos, me preguntaba qué manchas había en mi vida, y por qué estaban allí.
La respuesta llegó de través, y supe que no había más manchas que las que entraron al laberinto y que estaban tan ajenas como el monstruo que me había acosado y que ahora yo sabía (creo) muerto, en sus tres cabezas de hidra hedonista y tentadora (como la Vida misma).
Me sentí tranquilo en el camino pero, tras la soberbia cena castellana volvió a inquietarme la Mancha: si ya no existe, ¿es que he amado bastante? ¿Lo he hecho bien?
Recorrí paso a paso los recovecos de un alma que no quiere nunca estar a buenas consigo misma pero concluí que sí: las jornadas en La Mancha son todas iguales, como las del mar, donde basta un dejarse mecer por una ola feliz para que el mundo readquiera el sentido que nunca ha dejado de tener.
Yo también me sentí feliz, tristemente feliz, absorbido por la ola manchega que, inmóvil, daba a mi vida tierra y más tierra.
Para reposar la frugal aunque exquisita cena me pido una botellita de soda con hielo, y me retiro pronto, no vaya a ser que el sueño se revele rebelde y haya también que trabajar por la noche.
miércoles, 24 de noviembre de 2010
JORNADA DE DESCANSO
En realidad de descanso no ha tenido nada, la intendencia necesaria para un viaje de estas características es agotadora si se pretende realizarla en sólo un día y medio. Pero llegó la noche y milagrosamente hemos terminado todo, solo queda una apacible cena y un sueño que seguro tardará en llegar. Decidimos partir a medio sol entre el amanecer y el mediodía, parece lo más adecuado a las circunstancias de un Sol que hace solo dos días se atrevió, un año más, a entrar en Sagitario, pero esta vez lo hizo con Luna llena, trayendo hasta este instante el recuerdo entrañable de la etapa prólogo, tanto aprendimos en ella, sin saber siquiera que era eso: un prólogo. Seguimos desde luego sin saber a qué, pero ya no nos importa.
ETAPA PRÓLOGO
Ya no sé si soy Teseo o soy el minotauro, ya no logro ver diferencias entre el laberinto y el tesoro, ya no me acuerdo si a la salida estaba Ariadna esperándome, sólo que al despertar esta mañana había un ovillo de hilo sobre mi mesilla.
Pero algo me quedó claro en ese lugar telúrico, dinámico caracol frente al poste que indica todas las direcciones mágicas del mundo: que si se entra al laberinto es para matar al monstruo, no para salir con él. Así que sencillamente decapité a la mañana siguiente a mi monstruo ya malherido y me fui a dormir tranquilo y los fantasmas desaparecieron, como si jamás hubiesen sido fantasmas.
Supongo que es un paso más, toda mi mente está en la punta de ese dedo, todo yo en la palma de mi mano.
miércoles, 10 de noviembre de 2010
MANOS QUE NO VEN
al otro lado del mar una llanura
al otro del monte una dulzura
y buscando tras el horizonte
me encontré con tu espesura
no hay espejos en mi almohada
pero hay velas y hay incienso en mi morada
y buscando miré arriba
me encontré con tu esperanza
más allá del ayer se oculta un ave
más acá del hoy hay una llave
y buscando entre los trastos
me encontré con un llavero
no hay sábanas en mi cama
sobre el colchón la ternura
y buscando en mi buhardilla
me encontré con tu mirada
¿ quien eres tú, quien eres ?
¡ MÁS CERCA !
aquello
aquello duró un segundillo
y fue
y fue previsto que así fuera
el guión estaba escrito
y yo
y yo no me lo sabía
le dijiste
le dijiste a ella que yo era malo
y vio
y vio ella lo que tú no habías mirado
sonó el ¡clac! y la voz de ¡acción!
y yo
y yo que no lo sabía
me pediste
me pediste un vuelo al norte
al azar
al azar imprevisto, mediterráneo
a la orden de ¡otra vez!
y yo
y yo que no lo sabía
me invitaste
me invitaste a desayuno largo como el sol
me fui
me fui poco a poco perdiendo en tus palabras
nervioso ya de nuevo: ¡repetir!
y yo
y yo que no lo sabía
en busca
en busca de una torta pasado Tentudía
me fui
me fui y hallé tus piernas apuntando en la plaza
y la voz otra vez: ¡ahora!
y yo
y yo que no lo sabía
te vestiste
te vestiste de noche cuando aún de día
y lo ví
y lo vi y quedé hechizado de silencio
todo miró a otro lado: ¡que se va!
y yo
y yo que no lo sabía
te llevé
te llevé al mismo cielo que el hombre malo
y me helaste
y me helaste la sangre noche oscura
en el silencio gritó: ¡la última!
y yo
y yo que no lo sabía
te volviste
te volviste al llamado de otra leica
yo estaba
yo estaba perdido en el oriente
por eso duró todo un segundillo
y yo
y yo que sigo sin saberlo
aquello duró un segundillo
y fue
y fue previsto que así fuera
el guión estaba escrito
y yo
y yo no me lo sabía
le dijiste
le dijiste a ella que yo era malo
y vio
y vio ella lo que tú no habías mirado
sonó el ¡clac! y la voz de ¡acción!
y yo
y yo que no lo sabía
me pediste
me pediste un vuelo al norte
al azar
al azar imprevisto, mediterráneo
a la orden de ¡otra vez!
y yo
y yo que no lo sabía
me invitaste
me invitaste a desayuno largo como el sol
me fui
me fui poco a poco perdiendo en tus palabras
nervioso ya de nuevo: ¡repetir!
y yo
y yo que no lo sabía
en busca
en busca de una torta pasado Tentudía
me fui
me fui y hallé tus piernas apuntando en la plaza
y la voz otra vez: ¡ahora!
y yo
y yo que no lo sabía
te vestiste
te vestiste de noche cuando aún de día
y lo ví
y lo vi y quedé hechizado de silencio
todo miró a otro lado: ¡que se va!
y yo
y yo que no lo sabía
te llevé
te llevé al mismo cielo que el hombre malo
y me helaste
y me helaste la sangre noche oscura
en el silencio gritó: ¡la última!
y yo
y yo que no lo sabía
te volviste
te volviste al llamado de otra leica
yo estaba
yo estaba perdido en el oriente
por eso duró todo un segundillo
y yo
y yo que sigo sin saberlo
viernes, 5 de noviembre de 2010
S.K.
Quiero dormir a tu lado y hacerte las compras y cargarte las bolsas y decirte cuánto me gusta estar contigo. Y quiero jugar al escondite y regalarte mis libros y decirte cuánto me gustan tus zapatos y sentarme en el borde de la bañera mientras te bañas y darte masaje en el cuello y besos en los pies y llevarte de la mano e irme contigo a cenar y que no me importe que comas de mi plato y encontrarme contigo en la cafetería y hablar del día y escribir tus cartas y llevar tus cajas y reírme de tus bromas y regalarte discos que nunca escucharás y ver películas buenísimas y ver películas malas y quejarme del programa de radio y hacerte fotos mientras duermes y levantarme para prepararte el desayuno de tostada y mermelada y salir contigo a tomar un café al Iberia en medio de la noche y dejar que me cojas los pitillos y que nunca tengas fuego y contarte lo que leí la otra noche y acompañarte al oculista y no reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un poco más y besarte en la espalda y acariciar tu piel y decirte cuánto me gusta tu pelo tus ojos tus labios tu cuello tu pecho tú
y apoyarme a fumar en la farola hasta que vuelva tu vecino y apoyarme a fumar en la farola hasta que vuelvas y preocuparme cuando te retrasas y asombrarme cuando te adelantas y regalarte margaritas e ir a las fiestas y bailar hasta el vacío y estar triste cuando me equivoque y feliz cuando me perdones y mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y sentir tu voz en mis oídos y sentir tu piel contra mi piel y tener mucho miedo cuando te enfadas y decirte estás preciosa y abrazarte cuando estás ansiosa y abrazarte más cuando sufras y desearte sólo con olerte y pasarme al tocarte y gemir cuando esté a tu lado y gemir cuando no esté a tu lado y escuchar el eco en tu pecho y envolverte toda la noche y sentir frío cuando me quites la manta y sentir calor cuando no lo hagas y derretirme cuando sonrías y desintegrarme cuando rías y no entender y preguntarte por qué crees que te estoy buscando cuando no te estoy buscando y preguntarme cómo puedes pensar que yo sería capaz de no buscarte y preguntarme quién eres pero aceptarte igual y escribirte poemas y preguntarme por qué no me crees y tener un sentimiento tan profundo que no encuentra palabras y querer compartir almohada para aclarar las ideas hasta que desaparezcan y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y llorar como un niño cuando finalmente te vayas y vaciar los ceniceros y comprarte regalos que no quieras y llevármelos otra vez y pedirte que te vengas conmigo y que me digas que no otra vez pero siempre fue en serio desde la primera vez y deambular por toda la ciudad pensando que sin ti está vacía y querer todo lo que quieres y pensar que me estoy perdiendo a mí mismo y saber que contigo estoy a salvo y contarte de mí mismo lo peor e intentar darte lo mejor porque lo mereces y contestar tus preguntas cuando prefiera no hacerlo y decirte la verdad cuando en realidad no quiera e intentar ser honesto porque sé que lo quieres y pensar que todo se acabó pero aferrarme allí durante diez minutos más hasta que me eches de tu vida y te olvides de quién soy e intentar acercarme a ti porque es hermoso aprender a conocerte y el esfuerzo vale la pena y hablarte mal en francés y peor en ruso y hacer el amor a las seis de la mañana y de alguna de alguna manera comunicarte ese amor abrumador arrasador incondicional omnipresente y sempiterno que enriquece el corazón y libera la mente ese amor eterno y presente que siento por ti.
(Sarah Kane: Crave, 1998)
martes, 26 de octubre de 2010
MILONGA DEL CORRECAMINOS
Llegando a un pueblo del Sur
Donde habitan dos ciudades
Inolvidable recuerdo
Para todo el que allí mora
Ni un rótulo ni una calle
Ni una estatua les advierte
Que por allí un día estuvo
Manolo Correcaminos
Cuantas veces en la playa
O cruzando a Gibraltar
Lo habrán visto en trote ciego
Y amasando un fortunón
El alma de su afición
Fue subir al Caracol
Y allí jugarla tranquilo
Sin una sola ambición
A la sombra de los pinos
O en el chiringo perdido
Correcaminos se chufla
De su suerte y su pasado
Un día se fue al casino
Caminito de Manilva
Manolillo se sentó
Y la banca reventó
Y se fue a La Sabinilla
A gastarse toda la pasta
En discos y en incienso
Y un rayito luna llena
Llegando la madrugada
Había que bajar la cuesta
Quiso trincarse un mercedes
Y se encontró un aeroplano
Una cessna bimotor
Sin asiento copiloto
Correcaminos da gas
Y se le pega la risa.
domingo, 17 de octubre de 2010
SI TE ASALTA LA DUDA
Si te queda duda, mira la luna
Espera sin duda, que hasta esto sabrás
Si no hubiera luna, tampoco hay duda
Sacrificio supremo, todo lo da
Y por ello nunca recuerdo tendrás
Si te queda duda, mira la luna
Por mucho que hagas virar tu fortuna
Mirada azul y sonrisa, no verás
Si no hubiera luna, tampoco hay duda
No es la Vida quien loca o cuerda está
En ese Espejo ya no te mirarás
Si te queda duda, mira la luna
La moneda es para el de la laguna
ni ganas ni pierdes, siempre llorarás
Si no hubiera luna, tampoco hay duda
Como ocurre al final de la Comedia
Sabes que de ese cáliz no beberás
Si te queda duda, mira la luna
Si no hubiera luna, tampoco hay duda.
Espera sin duda, que hasta esto sabrás
Si no hubiera luna, tampoco hay duda
Sacrificio supremo, todo lo da
Y por ello nunca recuerdo tendrás
Si te queda duda, mira la luna
Por mucho que hagas virar tu fortuna
Mirada azul y sonrisa, no verás
Si no hubiera luna, tampoco hay duda
No es la Vida quien loca o cuerda está
En ese Espejo ya no te mirarás
Si te queda duda, mira la luna
La moneda es para el de la laguna
ni ganas ni pierdes, siempre llorarás
Si no hubiera luna, tampoco hay duda
Como ocurre al final de la Comedia
Sabes que de ese cáliz no beberás
Si te queda duda, mira la luna
Si no hubiera luna, tampoco hay duda.
lunes, 11 de octubre de 2010
MI PATIO
This travel blog photo's source is TravelPod page: Cape Cormorin- Looking at three oceans! - Kanyakumari, India Travel Blog
No me puedo mirar en el espejo
porque no tengo
no puedo mirar la tv
porque no tengo
ni hacerte el desayuno los domingos
porque no tengo
No te puedo mirar en la foto
porque no tengo
ni oír los mensajes que grabastes
porque no tengo
ni esperar tu scotch&soda por la tarde
porque no tengo
Pero sí que puedo
hundir la cabeza entre las sábanas
renovar el aroma que dejaste
aquel día que pasaste
por el otro lado de la calle
Lo tengo todo
hasta tu sonrisa y tu mirada
que una vez se volvieron
sin mirarme, hasta La India.
domingo, 3 de octubre de 2010
SOBRE UN POEMA DE BORGES
CAZORLA, 1977
El joven caballero contempla las ruinas del abrasado castillo de La Iruela. Comparte alrededor de una improvisada hogera su última salchicha con su camarada de armas. Y, a pesar de todo, deciden subir a la sierra, a pie.
Pero allí el caballero no halló lo que buscaba, sino:
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
SEVILLA ESTE, 2010.
El caballero, ya viejo y desdentado, recuerda ese tiempo en que quiso servir para ser útil, y ser útil, para servir. Despacio, comprende las brasas en La Iruela y sabe que son las suyas. Que es por sus pecados que todo le ha salido mal, y que así seguirá siendo y que entrará, más temprano que tarde, en el infierno que otros han forjado para él.
Pero sonríe: sabe que no se rendirá, nunca.
Se está muriendo a chorros
pero no puede morirse de una vez
porque tú existes.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
SUEÑO
como dos violines
como tu paso
tus andares
al soplo del otoño
como esos pies
que no te gustan
como las arrugas
y el tabaco
como mis dientes
destrozados
y mi tripa
y mis pies que no me gustan
como mi asfixia por la noche
como el viento batido
por tus pies,
herméticos,
como las arrugas
de mis manos
las que escriben
las que dicen
medianoche
mi tabaco
con tus dientes
el beso diente a diente
con mi tripa
con mi asfixia por la noche
con tu magnifica sonrisa
con tus ojos transparentes
con ese volverse atrás,
en esa foto, que no fue hecha para mí.
como tu paso
tus andares
al soplo del otoño
como esos pies
que no te gustan
como las arrugas
y el tabaco
como mis dientes
destrozados
y mi tripa
y mis pies que no me gustan
como mi asfixia por la noche
como el viento batido
por tus pies,
herméticos,
como las arrugas
de mis manos
las que escriben
las que dicen
medianoche
mi tabaco
con tus dientes
el beso diente a diente
con mi tripa
con mi asfixia por la noche
con tu magnifica sonrisa
con tus ojos transparentes
con ese volverse atrás,
en esa foto, que no fue hecha para mí.
sábado, 25 de septiembre de 2010
EL CANTERO SOLO LLORA DOS VECES
No supe el aroma
pero lo intuí
pues de tus labios llegaba
una música que no era para mi
el cálido teléfono
y el no estar yo,
yo, al otro lado del hilo
daba a la noche
un carácter mágico
que no podía ser
ignorado como no es posible que
un Amor en Sirio
y otro en Aldebarán
se conozcan, cómo es posible que se junten.
El saber de ti
aunque lejos inaccesible
dio vigor a mis alas
que empezaron a batir
el aire el sentir
lo que podría ser
dio fuerza
a mi corazón cansado
cansado por la soledad
y me hizo girar a ti
y oír tu palabra
tras la que yo a decirte iba.
Todo me invitó
a ser un hombre mejor
y el acariciar de verdad tus labios
aún en la imposible distancia
me trajo el aroma
el aroma incierto
de tu cuerpo enamorado,
y en el mío.
pero lo intuí
pues de tus labios llegaba
una música que no era para mi
el cálido teléfono
y el no estar yo,
yo, al otro lado del hilo
daba a la noche
un carácter mágico
que no podía ser
ignorado como no es posible que
un Amor en Sirio
y otro en Aldebarán
se conozcan, cómo es posible que se junten.
El saber de ti
aunque lejos inaccesible
dio vigor a mis alas
que empezaron a batir
el aire el sentir
lo que podría ser
dio fuerza
a mi corazón cansado
cansado por la soledad
y me hizo girar a ti
y oír tu palabra
tras la que yo a decirte iba.
Todo me invitó
a ser un hombre mejor
y el acariciar de verdad tus labios
aún en la imposible distancia
me trajo el aroma
el aroma incierto
de tu cuerpo enamorado,
y en el mío.
domingo, 19 de septiembre de 2010
VIDRIERA
jueves, 16 de septiembre de 2010
CIMIENTO
Empezaron un café y se fueron al bizcocho
empezaron una cena y se fueron a un café
empezaron un jardín y se fueron a una cena
empezaron una cena y lo hicieron, otra vez.
Y desde un mundo lo vieron muy adentro
y muy adentro lo vieron una cena
y sin la cena se fueron al bizcocho
y sin café no se hacía por la mañana.
Volvieron a empezar con el bizcocho
volvieron a probar con el café
volvieron a pensar en esa cena
volvió ese mundo a hacerse, solo una vez.
Él pensó de nuevo en su llamada
y en café con bizcochos de verdad,
él volvió a pensar en su regazo
ella volvió a acariciar sus piernas otra vez.
JANO
Llama, llama otra vez más despacito
que no me enteré
que estoy con la música
que no estoy aquí
Estoy con la Boheme y con Becaud
¿Llamas?
¡¡Ah!!
¿¿ Me llamas a mi??
Pero si estoy en ti,
con el café y con los pistachos
y al volver a la casa te encontré
y quisiste reposar en mi regazo
y me despierto
y el sueño es al revés
y ¿llamé?
VERTICAL
Tomar tu mano es una imposibilidad técnica.
Pero sentirla es un sueño entre las mías
que construyo al ritmo del recuerdo
que puedo imaginar tu caricia
sobre tus piernas cruzadas
a mi ladito en la mesa
que puedo ver ese cabello cayendo
azaroso en las manos de mi hueco
que te acecha entretanto
mas no entre el ruido
ni tampoco en el silencio
de la tarde que rompía
un clamor de aves, devolviendo
esa larga mañana sin verano,
desayuno y testigo mudo
de mis sueños, de tus anhelos
ahí naciendo ese deseo, que me lleva,
imposibilidades técnicas aparte,
a construir el sueño de tus manos.
jueves, 9 de septiembre de 2010
DIVERTIMENTO EN LA LUNA NUEVA
Como me inquieta que seas una ausencia,
Nada más frío que un teléfono mudo,
Nada me mueve si apretado el nudo
Tampoco me sosiega tu apariencia.
Sin dejarme llegar a esa querencia
De Lugones supe no ser boludo,
De Gabo que no todo es macanudo
Sobre mi mesilla, esa ambivalencia.
Más que las noches son los días tan largos
Con mi cincel esperando tu mazo,
Olas y adioses se quedaron parcos.
Soy árbol al que no llega tu brazo,
De tus dedos, aún con sabor amargo
Añoro cada gesto, soy yo el cerezo.
(Fotografía de J. Bauluz)
lunes, 6 de septiembre de 2010
THE SUMMER LEAVES´RE TURNING TO THE COLOUR OF HER HAIR
Al promediar la tarde de aquel día,
Cuando iba mi habitual adiós a darte,
Fue una vaga congoja de dejarte
Lo que me hizo saber que te quería.
(L. Lugones)
Tornan nuevas
De imaginarlas contigo
En el Silencio
Te echo de menos, sin haber estado
Y me quedo
Con tu fuego y mi ceniza
Ceniza enamorada
Madeja desllevada
Laberinto nuevo
Teseo
martes, 24 de agosto de 2010
CONCLUSIONES (ÚLTIMA LUNA DEL VERANO)
viernes, 6 de agosto de 2010
DAS WUNDER IN YUSTE
viernes, 9 de julio de 2010
ESQUERIA
Lanza tu canto al viento, melodía
Grabada al fuego en el limes de la vía
En esta playa en que ahora te despides
Funámbulo en raíles viste al túnel
Surcado del azar y del destino, voluntad
Y fui yo, Odiseo, quien te dio la vida
En el cuadro entraste desde el rito
Enmarcado en escuadra y hacia afuera
A esa playa en que ahora te despides
Y en el barco aquel de la ventura
Con mesana de noble y verde pino
Fui yo, Odiseo, quien te dio la vida
Ancho el mar, larga la arribada
Pie en la tierra sin cruces sin espadas
En esta playa en que ahora te despides
La nave en el tajo se ha quemado
Sobre el puente ante el túnel, derribado,
En esta playa en que ahora te despides
Fui yo, Odiseo, quien te dio la vida
Grabada al fuego en el limes de la vía
En esta playa en que ahora te despides
Funámbulo en raíles viste al túnel
Surcado del azar y del destino, voluntad
Y fui yo, Odiseo, quien te dio la vida
En el cuadro entraste desde el rito
Enmarcado en escuadra y hacia afuera
A esa playa en que ahora te despides
Y en el barco aquel de la ventura
Con mesana de noble y verde pino
Fui yo, Odiseo, quien te dio la vida
Ancho el mar, larga la arribada
Pie en la tierra sin cruces sin espadas
En esta playa en que ahora te despides
La nave en el tajo se ha quemado
Sobre el puente ante el túnel, derribado,
En esta playa en que ahora te despides
Fui yo, Odiseo, quien te dio la vida
lunes, 21 de junio de 2010
NAUSICAA
Media vida sin flor,
sé que eres tú,
y que te ocultas en la ciénaga,
y que mandas tu semilla
en las alas
de traidora abeja
al más salvaje prado.
Y yo aquí sin flor,
sé que eres tú,
que te mueres en el prado,
salvaje,
que haces tuya esa tierra
en la que no estoy.
Muerta esa flor,
sé que eres tú,
a lo lejos, a lo lejos
nace un sueño
que tampoco es mío,
pero que a ti te lleva
a tu Shangri-La.
Muere ¿qué flor?
Hay un vientre que jadea
bajo mis manos,
todo gira y gira y es así,
que eres sola la flor,
que muere siempre, entre mis manos,
mientras te espero, en Shangri-La.
sé que eres tú,
y que te ocultas en la ciénaga,
y que mandas tu semilla
en las alas
de traidora abeja
al más salvaje prado.
Y yo aquí sin flor,
sé que eres tú,
que te mueres en el prado,
salvaje,
que haces tuya esa tierra
en la que no estoy.
Muerta esa flor,
sé que eres tú,
a lo lejos, a lo lejos
nace un sueño
que tampoco es mío,
pero que a ti te lleva
a tu Shangri-La.
Muere ¿qué flor?
Hay un vientre que jadea
bajo mis manos,
todo gira y gira y es así,
que eres sola la flor,
que muere siempre, entre mis manos,
mientras te espero, en Shangri-La.
jueves, 10 de junio de 2010
EL TALLER
Ellos han ansiado el poder y siguen haciéndolo, aun ostentándolo, pues se han entregado al mismo y se han sentido investidos por él desde que llegaron a los talleres. Nosotros no podemos hacer nada, ni siquiera pactar la preservación de la Luz, pues con el poder no se puede pactar, ya que el pacto sería el compromiso del débil, que arriesga lo único que tiene, con el fuerte que nada pierde al incumplirlo, y que al hacerlo así ni siquiera puede quedar deshonrado por unos principios de los que nada ha comprendido en su intento de rápida trascendencia.
Así instauran una cultura mandarinesca y sin entrañas, culminación de un pecado de intelectualidad moderna que trata de mostrar a los poderosos como primeros padres de los hombres y mujeres del taller, toda vez que no han sabido engendrarlos, tal vez porque no han sabido reconstruirse a sí mismos.
La consecuencia ha sido que han forzado a los obreros a renunciar a la razón, no ya a la razón dialéctica, sino a la razón de Heráclito y de Anaximandro, a la razón que se hace la primera pregunta filosófica, la primera pregunta con sentido. Pero como no se puede vivir sin razón (como la razón no tiene sentido si no enamora a la vida) ha habido que recurrir a la razón restringida, como mediación y como consuelo. Y en vez de tener como fundamento la amarga medicina de Heráclito que nos despierta para entrar en razón, nuestro edificio tiene que plegarse a ser la medicina suave que da fuerzas, que mantiene mientras sea posible, pero que también señala un límite que a la postre no será respetado por los ostentadores del poder.
Y el obrero va a fracasar frente al poder, su tragedia es que puede, en el mejor de los casos, someter la historia a esa razón restringida a la que ha tenido que entregarse por estar la otra secuestrada por el poder. Por eso solo podrá garantizar a la razón su media vida entre el poder y el estruendo del mundo, pues la razón entera, como la verdad entera, evadidas del secuestro, ya no son de este mundo.
El obrero ha comenzado a hablar en los talleres según que los sabios, clásicos, se iban apagando. Pues ya no queda el antiguo sabio oriental y griego, el sabio modelo de quietud y aplacamiento, ese resquicio modesto por donde se filtra la luz del mundo en una luz más pura....el filósofo de la Caverna.
Sin el apoyo de dicha sabiduría el poder se ha opuesto al obrero, que es lo único que puede combatirlo, y para ello el obrero ha de estar siempre trampeando con el poder, siempre a vueltas con él, siempre en un límite peligroso por ser pequeña la distancia entre el poder y el enfrentamiento que el obrero soporta. Por ello será grande la tentación que algunos sentirán de intentarlo, de tratar de arrebatar el poder a los que lo ostentan, sin que para nada sirva la experiencia de los intentos de los otros que terminaron en amargo fracaso.
El obrero tendrá que buscar la Luz en otra parte, lejos del taller en el que la lluvia generó tanta humedad que extinguió las luces. Y ello devendrá una Odisea tras la que recuperará la antigua fe de Heráclito de la razón como medida entre contrarios, como armonía entre contrarios. Razón que es medida y armonía, verdadera medida que no puede encontrarse en un dogma, sino en un obrero concreto que percibe con su armonía interior la armonía del mundo.
Se trata, pues, de un arte. La ética se resuelve en estética y como toda estética resulta inefable. Es esta ética una razón impersonal que no deja lugar a preguntas sobre la injusticia del poder. La razón ha quedado desvalida y por ello ya no se diferencia de la vida, coincide con ella y por lo mismo no sirve ni para explicarla ni para trascenderla, todo lo más para soportarla. Dignamente. Lo más parecido a la libertad personal, pero más conmovedor porque su horizonte se mantiene lejano y por ello abierto, siendo así una dignidad a la desesperada. Ante la inexorabilidad de la muerte y del poder humano se encuentra, entre una fe que se extingue y otra que llega, la razón nuestra, la Razón desvalida.
Así instauran una cultura mandarinesca y sin entrañas, culminación de un pecado de intelectualidad moderna que trata de mostrar a los poderosos como primeros padres de los hombres y mujeres del taller, toda vez que no han sabido engendrarlos, tal vez porque no han sabido reconstruirse a sí mismos.
La consecuencia ha sido que han forzado a los obreros a renunciar a la razón, no ya a la razón dialéctica, sino a la razón de Heráclito y de Anaximandro, a la razón que se hace la primera pregunta filosófica, la primera pregunta con sentido. Pero como no se puede vivir sin razón (como la razón no tiene sentido si no enamora a la vida) ha habido que recurrir a la razón restringida, como mediación y como consuelo. Y en vez de tener como fundamento la amarga medicina de Heráclito que nos despierta para entrar en razón, nuestro edificio tiene que plegarse a ser la medicina suave que da fuerzas, que mantiene mientras sea posible, pero que también señala un límite que a la postre no será respetado por los ostentadores del poder.
Y el obrero va a fracasar frente al poder, su tragedia es que puede, en el mejor de los casos, someter la historia a esa razón restringida a la que ha tenido que entregarse por estar la otra secuestrada por el poder. Por eso solo podrá garantizar a la razón su media vida entre el poder y el estruendo del mundo, pues la razón entera, como la verdad entera, evadidas del secuestro, ya no son de este mundo.
El obrero ha comenzado a hablar en los talleres según que los sabios, clásicos, se iban apagando. Pues ya no queda el antiguo sabio oriental y griego, el sabio modelo de quietud y aplacamiento, ese resquicio modesto por donde se filtra la luz del mundo en una luz más pura....el filósofo de la Caverna.
Sin el apoyo de dicha sabiduría el poder se ha opuesto al obrero, que es lo único que puede combatirlo, y para ello el obrero ha de estar siempre trampeando con el poder, siempre a vueltas con él, siempre en un límite peligroso por ser pequeña la distancia entre el poder y el enfrentamiento que el obrero soporta. Por ello será grande la tentación que algunos sentirán de intentarlo, de tratar de arrebatar el poder a los que lo ostentan, sin que para nada sirva la experiencia de los intentos de los otros que terminaron en amargo fracaso.
El obrero tendrá que buscar la Luz en otra parte, lejos del taller en el que la lluvia generó tanta humedad que extinguió las luces. Y ello devendrá una Odisea tras la que recuperará la antigua fe de Heráclito de la razón como medida entre contrarios, como armonía entre contrarios. Razón que es medida y armonía, verdadera medida que no puede encontrarse en un dogma, sino en un obrero concreto que percibe con su armonía interior la armonía del mundo.
Se trata, pues, de un arte. La ética se resuelve en estética y como toda estética resulta inefable. Es esta ética una razón impersonal que no deja lugar a preguntas sobre la injusticia del poder. La razón ha quedado desvalida y por ello ya no se diferencia de la vida, coincide con ella y por lo mismo no sirve ni para explicarla ni para trascenderla, todo lo más para soportarla. Dignamente. Lo más parecido a la libertad personal, pero más conmovedor porque su horizonte se mantiene lejano y por ello abierto, siendo así una dignidad a la desesperada. Ante la inexorabilidad de la muerte y del poder humano se encuentra, entre una fe que se extingue y otra que llega, la razón nuestra, la Razón desvalida.
miércoles, 9 de junio de 2010
ALREDEDOR DE M.ZAMBRANO (2)
Con el trabajo en el taller vamos descubriendo que hay en el mundo otras realidades no racionales, tales que en ocasiones cubren de gris nuestras humanas aspiraciones, pues no entendemos cómo bregar con ellas. Por otra parte las realidades concretas, las que mueven todo nuestro instrumental de racionalidad, en realidad nos dirigen hacia un fin que no hemos proyectado y del que casi siempre ni somos conscientes. El mal es que el racionalismo formado a partir de la Ilustración ha perfilado una idea del hombre que no nos permite contemplar la imagen del funcionamiento real de la vida. Y como esa idealización no es suficiente para anular la realidad diaria se ha terminado formando en el hombre una mala conciencia: la de la adolescencia (espiritual) permanente.
Así vemos que el idealismo racional impera en la burguesía intelectual, y lo hace de forma dogmática, sin ese ir a la ventura del auténtico filósofo que se entrega muy conscientemente al riesgo de la aventura del pensamiento. De modo que el racionalismo se convierte en una barrera que impide al hombre vivir la experiencia de forma íntegra, pues no reconoce la realidad, pero por otra parte le ofrece una máscara tras la que ocultarse y salvar la apariencia. Se constituye pues en una doble trampa.
De este fatal idealismo racional queda como residuo el culto al espíritu, que esconde engaños refinadísimos, pues se trata de una espiritualidad vacía ya que el modelo ha sido dado por la razón, y por ello le falta algo que la inteligencia sola no puede dar: una intuición del hombre, un proyecto de humanidad que no sea proyecto pensado, obtenido por idealización de lo que ya ha devenido residual.
Tal intuición la inteligencia sola no lo puede ofrecer, y de ello han carecido los proyectos de humanidad derivados de la Ilustración, lo que los ha hecho infecundos y a veces perjudiciales, y ello por ser proyectos construídos sólo por la razón. Las sociedades se piensan o se sueñan, pero no se intuyen; el hombre se piensa o se imagina, y, a lo sumo, se presiente.
Hay que esperar a que estos presentimientos sean algo más, a que el hombre vaya siendo otro, a que vaya apareciendo su realidad, para que sobre ella se forje la intuición del nuevo proyecto de ser hombre, la imagen del hombre nuevo superando el idealismo limitado por el racionalismo e imponiendo su realidad a todos los caprichos de la inteligencia, barriendo esas limitaciones y esas imágenes captadas con los residuos del pasado.
Así vemos que el idealismo racional impera en la burguesía intelectual, y lo hace de forma dogmática, sin ese ir a la ventura del auténtico filósofo que se entrega muy conscientemente al riesgo de la aventura del pensamiento. De modo que el racionalismo se convierte en una barrera que impide al hombre vivir la experiencia de forma íntegra, pues no reconoce la realidad, pero por otra parte le ofrece una máscara tras la que ocultarse y salvar la apariencia. Se constituye pues en una doble trampa.
De este fatal idealismo racional queda como residuo el culto al espíritu, que esconde engaños refinadísimos, pues se trata de una espiritualidad vacía ya que el modelo ha sido dado por la razón, y por ello le falta algo que la inteligencia sola no puede dar: una intuición del hombre, un proyecto de humanidad que no sea proyecto pensado, obtenido por idealización de lo que ya ha devenido residual.
Tal intuición la inteligencia sola no lo puede ofrecer, y de ello han carecido los proyectos de humanidad derivados de la Ilustración, lo que los ha hecho infecundos y a veces perjudiciales, y ello por ser proyectos construídos sólo por la razón. Las sociedades se piensan o se sueñan, pero no se intuyen; el hombre se piensa o se imagina, y, a lo sumo, se presiente.
Hay que esperar a que estos presentimientos sean algo más, a que el hombre vaya siendo otro, a que vaya apareciendo su realidad, para que sobre ella se forje la intuición del nuevo proyecto de ser hombre, la imagen del hombre nuevo superando el idealismo limitado por el racionalismo e imponiendo su realidad a todos los caprichos de la inteligencia, barriendo esas limitaciones y esas imágenes captadas con los residuos del pasado.
martes, 8 de junio de 2010
EL SILENCIO EN OCCIDENTE
Siguiendo a María Zambrano diremos que la vida es un diálogo entre el mundo y el alma, más aun, que no es más que un apasionado diálogo. El calificativo es fundamental aquí, pues describe el ritmo que cobra el asunto en la realidad, cuando se vive, no cuando solo se mira la apariencia. Y además, esa pasión, en tanto que parte esencial del diálogo, en tanto que parte conformadora del mismo, necesariamente debe estar presente en ambas partes dialogantes, necesariamente ha de definir y establecer una vía de doble sentido por la que la pasión corra, del diálogo al mundo, del mundo al alma, y así recurrentemente.
Por ello es al quedarnos solos, al sentirnos solos radicalmente, cuando aprendemos qué quiere decir que algo exista o no exista en la realidad. Al cesar el diálogo la vida queda en suspenso, y alma y mundo se miran frente a frente, sin reconocerse, pues es la propia vida quien les ha unido. Entonces el alma discierne lo que es real de lo que no lo es, pero al mundo necesariamente, por simetría, le ha de ocurrir lo mismo respecto al alma que a esta respecto al mundo.
Y a este cesar el diálogo que, si es apasionado, es la vida, le llamamos silencio. Solo en él podremos discernir la realidad.
Por ello es al quedarnos solos, al sentirnos solos radicalmente, cuando aprendemos qué quiere decir que algo exista o no exista en la realidad. Al cesar el diálogo la vida queda en suspenso, y alma y mundo se miran frente a frente, sin reconocerse, pues es la propia vida quien les ha unido. Entonces el alma discierne lo que es real de lo que no lo es, pero al mundo necesariamente, por simetría, le ha de ocurrir lo mismo respecto al alma que a esta respecto al mundo.
Y a este cesar el diálogo que, si es apasionado, es la vida, le llamamos silencio. Solo en él podremos discernir la realidad.
miércoles, 28 de abril de 2010
COUNTING THE BEATS ( R. Graves, 1951))
You, love, and I,
(He whispers) you and I,
And if no more than only you and I
What care you or I?
Counting the beats,
Counting the slow heart beats,
The bleeding to death of time in slow heart beats,
Wakeful they lie.
Cloudless day,
Night, and a cloudless day,
Yet the huge storm will burst upon their heads one day
From a bitter sky.
Where shall we be,
(She whispers) where shall we be,
When death strikes home, O where then shall we be
Who were you and I?
Nor there but here,
(He whispers) only here,
As we are, here, together, now and here,
Always you and I.
Counting the beats,
Counting the slow heart beats,
The bleeding to death of time in slow heart beats,
Wakeful they lie.
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