Allá
entre los claroscuros
de la
sombra del manzano
veo tu
nariz
es
una
nariz pequeña pequeñita
como
son pequeñas
tus
manos cuando gesticulan
la luz
que
pintarás las paredes de la casa
como
son pequeños
tus
senos
cada
vez que sueño en ellos
como es
pequeña pequeñita
la
ternura en la que
me
despiertas
al sol
de la mañana pero es tu nariz,
la de
Cleopatra que no dejó
ni a
César ni a Marco Antonio
sin
guardia ante la caricia del áspid,
sino
quedó en espejo eterno
para
ser reflejada,
dos mil
años,
y mil
más después de Troya,
para
recojerla yo
entre
esas pequeñas cosas
que me
han hecho en la vida:
un
amanecer en Chartes, un poniente en Finisterre,
las
alturas de Selva Negra y las bajuras del Mar Muerto,
las
canciones de Chagall y las pinturas de Cabral,
el
abrazo de mi hijo, la nostalgia de París
y tu
nariz, tu, tu, mía mía mía
toda
mía el resto,
Amor
mío, eres tú