domingo, 28 de noviembre de 2010

BARCELONA A ANDORRA LA VELLA

En la cripta de la Sagrada Familia había una misa concelebrada por el arzobispo y media docena de sacerdotes, con asistencia de un gran grupo de peregrinos de Lourdes. Tan cerca del Lisboa que nos espera al final de nuestro viaje... Me pareció (lo de la misa) una paradoja demasiado cercana como para ignorarla, así que me quedé un rato allá abajo (la-bàs) hasta que las crípticas bromas de su Excelencia dirigidas a los portugueses me echaron del sitio, que se me antojaba más función circense que celebración eucarística.

Montserrat me impresionó fuerte, profundamente. En esa rocosa y a la vez desnuda y frondosa montaña, como esculpida en el viento con la piedra más profunda de la tierra, ahí sí que había energía, fluyendo suave pero contundentemente. Miramos al fondo de nosotros mismos y nos vemos como pajarillos, pequeños pero audaces, aparentemente frágiles pero con dos alas....

Y Andorra ha sido una agradable sorpresa, un remanso, seguramente el último, en esta vuelta a la piel de toro en pos de la luna llena que, huidiza, siempre se me ha escapado. Ahora es menguante y pequeñita, pero la siento cariñosa a mi lado y no temo sus juicios ni sus cambios de tono. Esto es un paraíso escandaloso, pero solo estaré dos días y no le daré tiempo al tiempo para que intente remorderme la conciencia.

Sigo sin creer en el futuro, pero el presente me apacigua cada día más y más.....

VILLARROBLEDO A BARCELONA

El acceso a Barcelona en automóvil es famoso por sus múltiples peajes. No es que sea caro, es que hay muchos puntos en los que es preciso parar y abonar un "pequeño"`peaje. Ello es debido, no a la autopista, sino a los túneles que horadan la tierra entre Castelldefels y la ciudad condal. Son túneles largos, de promoción estatal, en régimen de concesión. Y como son proyectos y por ello concesiones diferentes, cada túnel tiene su peaje.

Y así fueron también las cosas en Barcelona, en relación con el trabajo que habíamos ido a hacer. Se consiguieron los objetivos, al 101%, pero hubo que pagar múltiples aunque pequeños peajes. Es decir, que no fue duro, aunque sí desagradable; todo ello no empaña la satisfacción del deber cumplido y la obra culminada. Los pretorianos tuvieron que ponerse a la defensiva y acabaron públicamente revolcados.

Así las cosas fue noche de gozo y alegría. Hacía frío, pero no era húmedo, lo que invitaba al paseo y al disfrute de una ciudad que siempre me ha excitado como pocas en el mundo. La cena fue perfecta y el postre mejor, y me alcanzó la intuición de que también podía haber paz entre el espejo y yo, cualquier cosa que fuera esto.

Tras la paz, la esperanza, verde, verde......