viernes, 20 de noviembre de 2009

MADRID, NI UNO NI DOS


No son los dientes cercenados

por la bosnia metralla

ni el blanco bigote

que a la cicatriz oculta.


No son los huesos que crujen

ni los que me duelen,

ni estos pies que anclan

este eje doblado que no centra.


No es el aire que siento es una falta,

ni las faltas que espero van al agua

la gota que en el párpado se forma

y toma raudo vuelo en mi mejilla.


No el temblor que arrastran estas manos

en letras que no veo, esa sombra

perdida en lontananza, que no sé

si es ave o pararrayos. Ni siquiera


es el recuerdo, cuando llama,

ni el olvido angustioso de tu ausencia,

ni tampoco es la muerte, silenciosa,

cuando silba en mi oído, las canciones de la infancia.


No, es sencillamente, un par de rodillas

enmieladas sobre botas puro cuero,

que me traen, entre Sol y santa Ana,

el aroma de un sueño que no ocurre.