Piedra, roca, piedra, roca, así es esta tierra: de la pura roca esculpida en montaña por los dioses, a la piedra tallada por el hombre para hacerla dios. Puro románico, lo que me traslada a otras inquietudes, a las anteriores al gótico. Son más simples y más transparentes. Se resuelven con un recuerdo, un verso, una melodía. Y son las más importantes. La vida, el nacimiento, la muerte, son ahí.
Luego subimos allá a lo alto (la-haut?), hasta los 2.300 metros del pico de Vallnord, en telecabina. La última vez que subí a un artilugio similar fue a un funicular que cruzaba el río en el bajo Rin alemán. Aguanté la espera atroz al cierre de las puertas hasta unos segundillos antes de que se produjeran, y esos segundillos fueron suficientes para permitir el brinco afuera y alejarme rápido de la estación bajo la estupefacta mirada de los férreos germanos que no entenderían jamás que alguien pague dos o tres marcos sólo para compartir su presencia los minutos anteriores al movimiento del vehículo.
Esta vez no fue así, no en vano han pasado casi 20 años de aquello, he aprendido a volar (y tengo un aeroplano). La subida, casi rozando los abetos nevados, fue espectacular, como lo fue la posterior bajada y como lo fue el ratillo que eché arriba, procurando diferenciar hielo de nieve en el suelo para no darme el batacazo, disfrutando del impresionante paisaje que estaba a mi vera, agradecido porque ese día, en ese momento, no soplara el gélido viento que nos habría obligado a buscar refugio.
El café calentito fue agradabilísimo, como lo fue PB, el propietario británico, primer hombre que conozco que ha estado en el polo norte. La conversación fue breve pero intensa, al saber que era habitante del desierto me dijo algo sobre la nieve que no olvidaré jamás, pues alimenta ya mi alma de río, de Heráclito el Oscuro fluyendo desde la tierra de los hiperbóreos.
Terminó el día con sopa de cebolla, riquísima pero menos que la de la etapa prólogo, y chuletón de buey porque, pardiez, mañana empieza la austeridad, lo juro.
Ahora está clareando el día siguiente, y está nevando. Todo lo que veo, todo es blanco, como el recuerdo de una sonrisa.