Animula vagula, blandula,
Hospes comesque corporis,
Quae nunc abibis in loca
Pallidula, rigida, nudula
Nec, ut solis,
dabis iocos.......
Al despuntar la aurora,
hazte estas consideraciones previas: me encontraré con un indiscreto, un
ingrato, un insolente, un mentiroso, un envidioso, un insociable. Todo eso les acontece
por ignorancia de los bienes y de los males. Pero yo, que he observado que la naturaleza
del bien es lo bello, y que la del mal es lo vergonzoso, y que la naturaleza
del pecador mismo es pariente de la mía, porque participa, no de la misma
sangre o de la misma semilla, sino de la inteligencia y de una porción de la
divinidad, no puedo recibir daño de
ninguno de ellos, pues
ninguno me cubrirá de vergüenza; ni puedo enfadarme con mi pariente ni odiarle.
Pues hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los
párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como
adversarios los unos de los otros es contrario a la naturaleza. Y es actuar
como adversario el hecho de manifestar indignación y repulsa.
Esto es todo lo que soy:
un poco de carne, un breve hálito vital, y el guía interior. ¡Deja los libros!
No te dejes distraer más; no te está permitido. Sino que, en la idea de que
eres ya un moribundo, desprecia la carne: sangre y polvo, huesecillos, fino
tejido de nervios, de diminutas venas y arterias. Mira también en qué consiste
el hálito vital: viento, y no siempre el mismo, pues en todo momento se vomita
y de nuevo se succiona. En tercer lugar, pues, te queda el guía interior.
Reflexiona así: eres viejo; no consientas por más tiempo que éste sea esclavo,
ni que siga aún zarandeado como marioneta por instintos egoístas, ni que se
enoje todavía con el destino presente o recele del futuro.
A todas horas,
preocúpate resueltamente, como romano y varón, de hacer lo que tienes entre
manos con puntual y no fingida gravedad, con amor, libertad y justicia, y
procúrate tiempo libre para liberarte de todas las demás distracciones. Y
conseguirás tu propósito, si ejecutas cada acción como si se tratara de la última
de tu vida, desprovista de toda irreflexión, de toda aversión apasionada que te
alejara del dominio de la razón, de toda hipocresía, egoísmo y despecho en lo
relacionado con el destino. Estás viendo cómo son pocos los principios que hay
que dominar para vivir una vida de curso favorable.
¡Te afrentas, te
afrentas, alma mía! Y ya no tendrás ocasión de honrarte. ¡Breve es la vida para
cada uno! Tú, prácticamente, la has consumido sin respetar el alma que te
pertenece, y, sin embargo, haces depender tu buena fortuna del alma de otros.
No te arrastren los
accidentes exteriores; procúrate tiempo libre para aprender algo bueno y cesa
ya de girar como un trompo. En adelante, debes precaverte también de otra
desviación. Porque deliran también, en medio de tantas ocupaciones, los que
están cansados de vivir y no tienen blanco hacia el que dirijan todo impulso y,
en suma, su imaginación.
Es preciso tener siempre
presente esto: cuál es la naturaleza del conjunto y cuál es la mía, y cómo se
comporta ésta respecto a aquélla y qué parte, de qué conjunto es; tener
presente también que nadie te impide obrar siempre y decir lo que es
consecuente con la naturaleza, de la cual eres parte.