domingo, 28 de noviembre de 2010

VILLARROBLEDO A BARCELONA

El acceso a Barcelona en automóvil es famoso por sus múltiples peajes. No es que sea caro, es que hay muchos puntos en los que es preciso parar y abonar un "pequeño"`peaje. Ello es debido, no a la autopista, sino a los túneles que horadan la tierra entre Castelldefels y la ciudad condal. Son túneles largos, de promoción estatal, en régimen de concesión. Y como son proyectos y por ello concesiones diferentes, cada túnel tiene su peaje.

Y así fueron también las cosas en Barcelona, en relación con el trabajo que habíamos ido a hacer. Se consiguieron los objetivos, al 101%, pero hubo que pagar múltiples aunque pequeños peajes. Es decir, que no fue duro, aunque sí desagradable; todo ello no empaña la satisfacción del deber cumplido y la obra culminada. Los pretorianos tuvieron que ponerse a la defensiva y acabaron públicamente revolcados.

Así las cosas fue noche de gozo y alegría. Hacía frío, pero no era húmedo, lo que invitaba al paseo y al disfrute de una ciudad que siempre me ha excitado como pocas en el mundo. La cena fue perfecta y el postre mejor, y me alcanzó la intuición de que también podía haber paz entre el espejo y yo, cualquier cosa que fuera esto.

Tras la paz, la esperanza, verde, verde......