La lectura de cercanía se hace contrastando la imagen con el fondo ante el que se sitúa. Por tanto, si cambiamos o reinterpretamos el fondo, la lectura cambia.
Nosotros hemos eliminado el fondo religioso. Podríamos utilizar ahora un fondo político, como el de José Rizal, o buscar otro más adecuado a lo que tenemos por delante. Esto es lo que vamos a hacer, en paralelo con el examen de las imágenes pequeñas. Es decir, vamos a examinar estas imágenes y, a la vez, definir un fondo con el que todo se contraste de la mejor manera. Vamos a construir la lectura de cercanía, vamos a hacer que sea también una escritura. Vamos a construir la realidad. Como en la vida real.
Veamos las figuras de Jesús de Nazaret y María de Magdala. Podemos seguir suponiendo que de ellas se trata, tras confirmar que la ciudad pintada en segundo plano es, efectivamente, Jerusalén. Justo a la derecha de las figuras está representado el tabernáculo, que albergó al arca de la alianza en el templo de Salomón de Jerusalén. Ni el tabernáculo ni el templo existían cuando Lorraine pintó su cuadro (fueron destruídos por los romanos hacia el año 70, en el curso de la guerra de los judíos. Flavio Josefo relata magistralmente la destrucción del templo en su libro sobre esta guerra). Pero sí existía (en la propia Biblia) una minuciosa descripción del templo, con todas sus medidas, y en ella se basaban los pintores cuando colocaban a Jerusalén en sus cuadros, lo que se hacía con gran frecuencia (la iglesia cristiana era el mayor mecenas de las artes).
Vemos que Jesús viste una túnica azul, color del iniciado en los misterios mayores, porta una pala y está tocado por un sombrero que parece yelmo de Mambrino, pero que bien pudiera ser parasol de jardinero. La pala revela que el lugar ni es huerto ni bosque, sino jardín, es decir, lugar en el que se siembra, se cultiva y se aprecia.
Más interesante aun es la figura de María. Lleva vestido blanco, color del que aun no ha sido iniciado en los misterios, y tiene delante una copa, como un cáliz o grial, depositado sobre la tierra. Jesús y María están dialogando, y Jesús está a unos dos metros de María, es decir, inaccesible a los brazos de ella. Descartado, pues, que María haya podido tocar a Jesús. ¿Cómo, entonces, la exclamación “no me toques más”?
Con ayuda del diccionario de raíces indoeuropeas, profundizamos el significado de “tangere”. Y, ¡eureka!, uno de los usos del término es retener. Así, noli me tangere sería “no me retengas”, más bien que “no me toques”.
Cobran sentido las palabras que, en el evangelio de Juan, le dice Jesús a María: no me retengas, que aún no estoy en la casa de mi padre. Y, para nosotros, van a cobrar más sentido aun, tras examinar las otras dos figuras del cuadro.