miércoles, 24 de diciembre de 2008

VUELVE A CASA, VUELVE, POR NAVIDAD


La soledad, amor mío, es buena.

Ella es, tu nombre mi amor, misteriosa.

Y está sin ti sola, pero es Una.

Hermanos, por fin, al fin, buena nueva

Ella nueva, mano firme, misteriosa,

La soledad, amor mío, es buena.

Mi cuello, tus palabras, brisa clara,

Alas mi cuello muere, de mariposa,

Y está sin ti sola, pero es Una.

Sumas tú todo y eres la suma

Cual roce de acacia me das tu rosa

La soledad, amor mío, es buena.

Tu llanto, amor mío, mi deseo frena

Queda la noche, fría como la losa

Y está sin ti sola, pero es Una.

Tu risa, ahora lo sé, es tan pura

Que me sacas, Amor, de esta mi fosa

La soledad, amor mío, es buena

Y está sin ti sola, pero es Una.

lunes, 26 de mayo de 2008

VEINTISIETE DE OCTUBRE


Íbamos de Sevilla a Los Palacios por la carretera de Carmona a Morón, es decir, por la vía húmeda, cuando el amanecer nos desbordó. Paramos y bajamos. En el oriente las nubes estaban bajas y eran gris claro, de tamaño mediano, como individualidades en el gran baile cósmico que nos regalaba su presencia. Entre las nubes se dejaba ver un cielo azul brillante, con tonos anaranjados en la parte terrestre.

En occidente el cielo estaba totalmente nublado, gris muy oscuro pero con un tono amarillo que le prestaban las luces de la ciudad grande. Aquí no había individuación, sino un conjunto obedeciendo como un todo los dictados de la naturaleza que era él mismo. El viento alto empujaba con fuerza el frente nuboso, que daba la impresión de desgajarse, de querer dejar de ser un todo, de buscar la diferenciación, la posibilidad expresiva que tenían sus compañeras en el oriente.

Una suave brisa nos acariciaba también, haciéndonos partícipes de la impermanencia de todo aquéllo. ¡ Cuánta belleza, tanto más por ser fugaz ! Y tantos matices coexistiendo en esa transitoriedad. El viento y el propio orto hacían cambiar los volúmenes y los colores de la escena. Y el conjunto es un todo, pero fugaz, y no porque se hará de día o se irán las nubes o ambas cosas; sino porque pocas veces gozamos de ocasiones como esta, de enfrentar el misterio donde menos lo esperamos y tener la oportunidad y el coraje de parar y bajar. Durará poco tiempo, y entendemos por qué nosotros también.

Nos deseamos en la casa serrana, con grandes cristaleras que permitan contemplar el amanecer completo mientras desayunamos y lo comentamos. Unas cosas son y otras no.

Y yo estaba solo, claro.

martes, 6 de mayo de 2008

MANO CON DOS CARAS


De pronto viene, bocanada triste ,
el cuerpo queda, cortado y bronco,
y el ánimo escapa, veloz a no sé dónde,
se asienta en el alma, nostalgia no sé qué.

Mapa de borrosos recuerdos,
desenfocados por la mente cautiva
en el deseo de algo o de alguien,
huimos y pensamos, y ya no somos.

Lo que ni es ni ha sido,
pero amalgama el espejo
en el que toca mirarse,
observarse, reparar someramente

en las nuevas cicatrices,
en las nuevas heridas,
en los sueños rotos
por el desamor que triunfa.

Mi mano siente entonces
tu mano
siente todas las manos
o
siente todas las veces
la mano
acariciada con ternura
el dolor,desprendido,
de lo que hubiera
podido ser, una vida feliz.

Quizá no importa: hay un refugio
último en el que sí habita el tigre,
en el que los hombres caminan
por montañas infinitas y blancas,
en el que los libros son todos
viejos y huelen a sabiduría,
en el que el sol se pone
para no ponerse,
en el que el tiempo es,
circular.

Entonces,
en ese preciso instante,
dos cachorros juegan
con el cervatillo que su madre
para ellos capturó, y lo devoran,
después.

La bofetada contundente
me devuelve al mundo,
a la partida, al peón de dama
que cree dominar el centro.
Olvido el sueño y su recorrido
perpetuo del infierno al cielo
y me hallo en el justo centro,
el real, pensando y sintiendo,
que yo no soy sólo esto.
Y comprendo que es mía la sombra
que te oculta el sol, y que ahí seguirá
estando mientras dure
la maldición del ángel
que optó por luchar,

contra el Dios.

sábado, 15 de marzo de 2008

LA VIE MAUDITE


Saber,
que a mis palabras
las lleva tu aliento,
un viento que no es otro
que el color de lo que siento.

Sentir,
que no hay locura
aunque llueva hacia el cielo,
y de la tierra brote
la raíz del firmamento.

Separado
de las aguas
y poniendo rumbo al fuego,
se congelan las ideas
y amalgaman estos ojos.

Y así me miro nuevo
con el gris de mis cabellos,
los fantasmas de la nada
que se esconden tras los sueños.

UNA COLUMNA ROMANA


Como yo lo hago ahora, ¿quién en otro tiempo, en ti apoyado, contemplaba el horizonte desde el que volvía a su morada? ¿Cómo eran su rostro y su mirada, qué pensamientos se agolpaban en su mente? ¿Qué baños y masajes le esperaban, qué manjares? ¿Cuántos hijos le salieron al encuentro?

¿Qué manos temblaron en sus hombros, qué cabellos acariciaron su cuello? ¿Cuánto duró el escalofrío que le recorrió, voraz, en ese instante? ¿Pensó entonces en la muerte? ¿O se dejó llevar, sencillamente, por la promesa del gozo y de la paz? ¿Cuales fueron sus primeras palabras?

Apoyado en la barandilla del bar de la terraza del Accord, otra vez me hago preguntas. ¿Dónde está la columna en cuyo interior está encerrado el universo? ¿De quien son las manos en cuyas palmas se apoya la eternidad de Blake? ¿De qué arbusto, en el camino a Kallipuram, saltará el tigre en cuya piel los dioses dibujaron la fórmula que construye los mundos?

Esas preguntas me hago, aquí en Madras, bajo un cielo en el que nunca hay estrellas, pero sólo yo no veo sino el resplandor de la ciudad. Con un calor que no se acaba nunca, pero sólo yo siento el calor. En una playa que no huele a mar, y en la que sólo yo acaricio las olas, que nada saben de las estrellas marinas. En las tormentas de medianoche, y el aroma de la lluvia, que jamás brota.

En Madras, olvidada la costumbre de las respuestas, la mirada vuelta a occidente, como Ulises. Sin baños ni manjares ni cabellos en mi cuello. Sin tigres ni columnas. El viento de la noche me trae la voz, esa voz deseada, que tampoco ha muerto. Y me envuelve en el silencio, y se disuelve en un momento, como el azahar de primavera.

Y sueño con Tu Nombre, anima vagula, blandula…

lunes, 11 de febrero de 2008

CONTEMPLACIÓN DE UNA ESTILOGRÁFICA


Contemplo la vieja y nueva Waterman y pienso que si la espada o el arco son una extensión del brazo del tirador, también la pluma lo es de la mano del poeta, viejo y nuevo, que te escribe. Y si en el ejercicio del tiro devengo arma, proyectil, disparo, blanco, y es todo uno y lo mismo; así también en el ejercicio poético soy la pluma y la tinta que se extiende sobre tu piel, y el papel y el blanco transformándose en canción, y el rumor del viento que nos lleva a tu corazón, a esa sangre que se extiende sobre tus regalos, velando en mi mente la percepción del amor que te guió al elegirlos para mi. Ningún fuego ajeno puede destruirlo, ninguna Faber Castell puede sustituirla. La nueva y vieja Waterman que emerje del lago de sus propias cenizas, y emprende vuelo con el viento que no hay en Madras, donde tampoco estás tú.