viernes, 17 de octubre de 2014

CANTARES






Ni siquiera en Cartago
He visto senos como tus senos
No gacelas
Lágrimas sobre las piedras
Del camino

Ni siquiera en Feocia
He atendido vientres como tu vientre
Ni he horadado
Piedras sobre mis fondos
De lágrimas

Ni siquiera en Elea
He aromado pies como tus pies
Sin camino
Barcas sobre los mares
De mis lágrimas

Ni siquiera en Marsella
He acariciado cuellos como tu cuello
Ni he mordido
Dinteles en los estrechos
De mis mares

Siquiera en Javalambre
He sabido de labios como tus labios
No besos
Mares entre los montes
De mi alma

Y el camino abierto
Entre montes y senos
Y el estrecho encerrado
Entre oceános de lágrima
Me llevan, sobre tu vientre

Al beso eterno no dado
De tus pies a tu cuello
Enamorado
De un sueño que no he mordido
De unos labios hechos de palabras

jueves, 10 de julio de 2014

HACE 19 AÑOS






"Quiero ayudarles. Pero quiero absoluta cooperación de la población civil, porque su ejército ha sido derrotado. Su gente no tiene por qué morir, ni sus esposos, hermanos ni vecinos. Sólo decídan qué quieren hacer; como les dije anoche, podrán sobrevivir o desaparecerán" (...) Alá no puede ayudarles... pero Mladić, sí.” (julio de 1995)

Yo tenía 36 y había sido padre dos antes. Nunca me explicaré cómo llegue allí. Tal vez mi fracaso como persona, tal vez la ilusión de no morir en vano. El penúltimo triunfo del ego (el último es querer morir con dignidad).

Y allí conocí, amor mío, de tu guiño la sombra y la duda del alba.
Los gallos callados por el azufre del aire.
Las lágrimas de hombres impotentes y cobardes.
Los gritos de las madres en la madrugada.

Después ya nada fue igual: quince años después viví en India y ni me inmuté.

Allí también había madres y no gritaron.
Y hombres que no lloraban.
Y gallos sin aire sin cabeza.
Y tu sombra, amor mío, en la duda del guiño del alba.

Sigo soñando, pero
Sigo viviendo, pero
Llevo a Pessoa en un bolsillo
Y a Pavese en el otro


viernes, 13 de junio de 2014

PASIÓN EN EL SOLSTICIO DE VERANO





cuando la pasión no alcanza
se muere
y muere algo
en el alma
en el cuerpo
el frenesí acaba
y acaba la vida
que es pasión
o que no es

Por eso te velo ahora
mujer sin alma y sin cuerpo
ni sudario blanco
ni negras lágrimas
que lloren tu inocencia
sobre el tálamo
no hay
no hay
perdón dulzura en tu mirada
deseo en la mía
perdida el infinito
de tres mares
mediterráneo
en castelldefels
atlántico en isla
cantábrico punta galea
norte en ostende
báltico en lübeck
índico en madras
y tu séptimo cielo
aire como el agua viva
de tu alma
tierra como el fuego vivo
de mi cuerpo
lo que es
pues velé tu alma
en un calvario pero no su cuerpo
pues quemé tu cuerpo en mi pasión
pero no su alma
y en esta troya que hoy me toca en lotería
soy menelao sin helena
sin amigos sin ti sin ella
sin dioses
pero conmigo



lunes, 26 de mayo de 2014

HADA MADRINA





Lo que más deseo es la caricia de la madreselva de tus manos
El suave vaivén de tu boca cerca de la mía
La serpiente desatada
El león de la consciencia
La esfinge mitad yo y mitad tú

Lo que más deseo es tu vientre enamorado
Los embates despiadados de tu pelvis
El águila que nos mira
El toro que envidia
Esa esfinge mitad tú y mitad yo

Lo que más deseo es tus ojos su mirada
La pregunta que me haces cada noche
El ser que te contesta
La energía que no lo hace
Esa esfinge mía que eres tú

Lo que más deseo en la vida
Es tu mano en mi regazo
Ave remansada
Potro domado
Esa esfinge tuya que soy yo

Lo que más deseo es tu mañana
Que sea suavemente
El paraiso
Troya bienvenida
Porque somos tú y yo

Los que nacemos, Amor,
Cada mañana


domingo, 25 de mayo de 2014

ROSA DE LOS FUEGOS





yo era un hombre solo y triste
pero
la tristeza no era dolor
la soledad  no era agonía
tal vez sí lo era
pero
no dolía era bueno ese dolor
era la vida sentida
desde dentro de su esencia
sus entrañas
mis entrañas
pozo profundo
al que había descendido
infierno
lugar geométrico del diablo
15º carta del tarot
de mi vida vida seca como el fuego
que era y que soy
estaba en el laberinto
miraba mi único espejo
tratando de ser Jano
para ver el otro lado del espejo
ese lado
en que canta la serpiente
que era dragón
dragón verde y alado
la luz me llamó y monté la fiera
me llevó a la tierra de san Jorge
seguía siendo el laberinto
pero ahora era aire
en ese aire estabas tú
flotabas en la estela
de las alas del dragón
que allí me había llevado
era un valle grande
muy grande y era centro
del laberinto allí
allí estaba el tesoro
no había minotauro
pero sí lo había y era yo
yo mismo minotauro de mi vida
de mi laberinto
en esa tiniebla
dionisíaca claroscura
fuimos el agua
yo y tú
en las heladas aguas
del Míjares en que nos bañamos
por primera vez en la historia
de la humanidad
tú eras Bronwyn
resurgida de las aguas
yo era el fuego fatuo
los rescoldos de tu hoguera
la chispa que tú fuiste
prendió nueva luz
en las profundidades de mi tierra
compuse una mecha doble
enrollando tu hilo de Adriadna
en las columnas torsas
que habían quedado en pie
en la dinamitada Troya de mi vida
fue un nuevo caduceo
de Mercurio orlado de serpientes
que me habían mordido
tantas veces
entonces te reconocí
de verdad eras
ese rostro
esa forma
esa mirada
esa sonrisa
que había buscado en los atanores del Sur

esa sonrisa
estaba ahí en el centro
del valle recibiéndome
con vestido azul marino
tus piernas perfectas
sostén de mi vida desde entonces

esa mirada
eras tú con ojos de Penélope
diciéndome
no tengas miedo
viejo guerrero
has llegado a casa

esa forma la construía
tu mano delineando los proyectos
y dando razón a las razones de mi vida

ese rostro
sí ese rostro era el tuyo
reflejado en las rosas del jardín
que ahora también es mío
desde el que la consciencia dice

sin poesía
sin música
sin pintura

lo que es la rosa
la rosa pura inefable
resurgida de la ceniza de mi fuego
que ahora es tuyo.

Tres años, Vida mía,
todo un aprendizaje.
Y los vientos de tu boca me dicen
que es la hora de subir de grado.
¿Nos atrevemos?

jueves, 17 de abril de 2014

DESDE MI LEJANO GRADO 18 EN KASSEL






Allá entre los claroscuros
de la sombra del manzano
veo tu nariz
es
una nariz pequeña pequeñita
como son pequeñas
tus manos cuando gesticulan
la luz
que pintarás las paredes de la casa
como son pequeños
tus senos
cada vez que sueño en ellos
como es pequeña pequeñita
la ternura en la que
me despiertas
al sol de la mañana pero es tu nariz,
la de Cleopatra que no dejó
ni a César ni a Marco Antonio
sin guardia ante la caricia del áspid,
sino quedó en espejo eterno
para ser reflejada,
dos mil años,
y mil más después de Troya,
para recojerla yo
entre esas pequeñas cosas
que me han hecho en la vida:
un amanecer en Chartes, un poniente en Finisterre,
las alturas de Selva Negra y las bajuras del Mar Muerto,
las canciones de Chagall y las pinturas de Cabral,
el abrazo de mi hijo, la nostalgia de París
y tu nariz, tu, tu, mía mía mía
toda mía el resto,
Amor mío, eres tú

miércoles, 5 de marzo de 2014

MANUSCRITO HALLADO EN UNA RUINA





Schliemann se quitó la gafas y se enjugó el sudor de la frente: no podía creer lo que estaba viendo y leyendo, y estaba firmado por el mismísimo Ulises. Decía así el manuscrito:

Yo, Ulises de Ítaca, hijo de Laertes y de Antíclea, él nunca dejó de creer en mi regreso, ella murió de pena por no verlo realizado; yo, Ulises, esposo de la divina Penélope, que siempre aguardó vigilante el horizonte; siendo ya todos ellos huéspedes del que aguarda en la ribera del Leteo, y habiendo yo mismo guardado demasiado tiempo la moneda de Caronte, decido dar testimonio de lo que ocurrió en aquel tiempo lejano en que nos tocó la suerte de cambiar el destino del mundo.

No fue como lo relató Homero. Nada es como lo relatan los poetas, mentirosos como Pessoa. Helena fue mía antes de serlo de Paris. Fue mía en mi lecho y en el suyo, y fue para olvidarme y lavar su pureza infamada por mi nombre que huyó a Troya. Fue por mí que Eris labró la manzana de oro, pues antes que a Helena amé a la diosa de la discordia, que a cambio me dio el don de la astucia.

Así no pude negarme a acompañar a Agamenón al sitio de Troya. Más que una cuestión de solidaridad helénica era para mí la ocasión de saldar una vieja cuenta, de reparar un agravio de mujer, de volver a ver a la más hermosa de todas ellas.

Lo demás es todo historia, excepto que tampoco se cuenta que, cuando hallé a Helena en la ciudad ardida, antes de que llegara Menelao al túmulo de Paris, nos amamos una vez más, por última vez, yo lo sabía, ella no. Si después fue de Menelao, lo hubo sido antes de mis besos y mis brazos.

Hoy me remuerde la conciencia. A mí, el hombre astuto, el que jamás dudó ni ante el peligro ni ante la fortuna.  No por la vileza del caballo de madera, ni por los centinelas asesinados en su sueño, ni por las llamas y las ruinas, ni por el saco de la ciudad vencida a traición, ni por las mujeres y los niños secuestrados para siempre.

No, me remuerde la conciencia por consentir el retorno de Helena al lecho de Menelao, ruin, basto, rudo, espartano. Helena habría sido feliz a mi lado. Pero yo habría de haber sacrificado mi vida de héroe  y de rey para permanecer fiel al suyo. Y cercano el solsticio de aquel año retorné a Penélope, azules sus ojos.

He consultado el oráculo, y parto de nuevo hacia Troya, a las ruinas de Troya, para dinamitarlas de parte a parte y que no quede ni rastro de su existencia, ni de la mía, ni de la de Helena, ni de nuestro amor imposible pero realizado tantas veces a la luz de la luna.

El oráculo me ha dicho que, hecho esto, Troya permanecerá oculta 3.000 años y más. Non nobis.


Schliemann, tres mil años después, arrugó el manuscrito de Ulises y lo echó al fuego. Después, emergió de la sima para anunciar al mundo su hallazgo.

martes, 28 de enero de 2014

GAVIOTAS SOBRE LA MAR



(¿Quien es ella? – preguntó Ulises. La hija del rey – contestaron las ninfas.)


contempló
el cuerpo hermoso
yaciente
sobre el tálamo

conocía
cada poro de la piel
de ese cuerpo que había
sufrido tanto

cada pliegue
de ese corazón que,
en el ocaso, le había
amado

rememoró
aquella noche
ante la puerta abierta
del palacio cerrado
del rey

mas no pudo,
Ulises, no pudo,
llorar ante el cuerpo
sin vida,
de Nausicaa

sábado, 11 de enero de 2014

EL RÍO ENCUENTRA EL DESIERTO



Hoy hace cuarenta años de mi iniciación en la Vïa. Parece una cifra profana, pero no lo es. Es una crisis, pero veo al sol alzarse tras las montañas del oriente.

He hecho muchas cosas en estos años. He visto y oido mucho. He sentido mucho. He vivido (y el sol, justo ahora que escribo, me golpea la cara y me baña de luz) mucho.

Recuerdo la caída a la cámara secreta. El resbalón en la hierba húmeda de la Selva Negra. El aferrarme a las raíces que brotaban del terreno, gritando de pánico, pues sabía que abajo me esperaba la sima al vacío.

El último brote, sólido, al que pude agarrarme. Mirar abajo y evaluar la situación: no se puede subir, no se puede bajar. Y, si me quedo, el brote se romperá, tarde o temprano. La duda eterna del hombre que se enfrenta a sí mismo.

La mano amiga tendida hacia la mía: un poco, un poquito más. La salvación. Y luego la explicación de la gran Mentira vital, el diálogo interno que sostiene el mundo, que construye el universo.

Luego fue el túnel, el aire que faltaba, la luz al final de la caverna. Los símbolos grabados en la piedra: Hermes, Caín, Judas, la serpiente de fuego que deviene salamandra. La ecuación fundamental de la Vía: para toda luminaria L existe un y sólo un metal M, tal que L=M.

La recapitulación permanente, el baño de agua calentada en el atanor, las destilaciones naturales y forzadas, el fuego secreto de los filósofos, el milagro del baño maría, los colores del pavo real. El blanco, blanquísimo, el rojo, las heridas sin sangre. El Silencio, el Universo.

En cuarenta años he aprendido algunas cosas que valen la pena. Que las jornadas de la felicidad son como las de la mar: iguales. Que el sufrimiento, como todo, tiene dos caras, y podemos siempre elegir cual enfrentamos. Que el infinito cabe en la palma de la mano, literalmente. Que basta una canción para sentirlo.

He aprendido a hablar con los pinos y a interrogar a las piedras del camino. Me siguen fascinando las nubes que dibujan el cielo. He escrito con palabras lo que soy para no dejar de serlo. He olido a una rosa resurgida de ceniza. He comprendido, que a pesar de la falsedad de la apariencia y de la maldad humana, este sigue siendo un mundo hermoso.

Mi mejor consejera camina conmigo, a mi izquierda, tres palmos por detrás. La miro todos los días. Ella sonríe y me guiña el ojo: todavía no he venido a por ti. Y yo me abrocho el zapato como si fuera lo último que voy a hacer en la vida.

He visto a niños comer el vómito de su hermano muerto. He visto a niños condenados al orfanato, por la ambición de los hombres malos, sonreír y reconocer la esperanza en un abrazo y un pequeño gesto de ternura. Esos ojos me han mirado. Llenos de Luz.

Pero lo más grande que me sucede lo hace todos los días. Como hace un rato, antes de sentarme a escribir. La aurora presagiaba la salida del sol. Y me planté en la terraza de mi casa en los valles de Sarrión y miré al oriente, desafiante: yo estoy aquí, Sol, ¿te atreverás a salir?

Y el Sol me trató de tú y salió, porque estaba dentro. La otra ecuación fundamental de la Vía: atmán es bramán. En silencio. Esto es la Vía: saber reconocer en el Silencio lo que verdaderamente somos, y vivirlo en todas sus consecuencias.

Y, humildemente, callar.