Ya se
va el frío, Amor, ya se va.
Se
evade el hielo de las ramblas
y
exudan su nieve las cumbres,
se van
los vientos cortantes
como
sílabas inconclusas.
Se van
los fríos, Amor, se van
y se
llevan mi soberbia de gallito
diciéndote,
pues, que no hace frío.
Como
las caricias, Amor,
como
las caricias idas.
Ya no
son. Pero estuvieron.
Nos
pusieron el alma en carne
de
gallina, y se fueron.
Y nos
queda el regusto
de
aquello que,
alguna
vez,
pudo
haber sido.
Como la
ilusión, Amor, todo se va.
Como el
cobijo de las noches
bajo el
edredón,
cuando
el universo
entero
estaba helado,
menos
nuestro corazón.
Nos
queda, Amor,
acariciando
el frío,
el
sabor a merengue y chocolate,
lontananza nuestra en Sarrión.