He visto el Absoluto en tu ternura,
pero era mi ojo,
y no la Ternura,
nada vi, nada sin Ti.
He oído lo Eterno en tu confianza,
pero era mi oreja,
y no la Confianza,
nada oí, nada sin Ti.
He acariciado el Aroma en tus palabras,
pero era mi olfato,
y no la Palabra,
nada olí, nada sin Ti.
He gustado el Sabor en tus labios,
mas era mi paladar,
y no tu Boca,
nada besé, nada sin Ti.
He sentido tu Cuerpo entre mis brazos,
pero eran mis dedos,
y no el Universo,
nada soy, nada sin Ti.
Pero el Absoluto y lo eterno del aroma al que sabe tu Cuerpo,
no requiere ojo ni oído ni olfato ni sabor en mis manos,
y los hombres dirán, olvidando mis cenizas,
que me fui sin enterarme.