miércoles, 7 de diciembre de 2011

UN POEMA DE VICENTE SABIDO RIVERO




La noche oscureció labios y rosas.
La noche acarició labios y rosas.
La noche vino fiel a nuestra cita.

Sonaba tu sonrisa en la negrura.
Sonaba tu sonrisa sobre el llanto
del viento y las cascadas en lo oscuro.

Un órgano barroco, un clavicémbalo
tremaba en mi interior y respondían
las fibras de tu sangre a mis adagios.

Las uvas del otoño, los jarales,
el cielo acharolado, la hojarasca
del parto vegetal eran el ámbito

mullido del amor. Y puse un beso
en la fresa partida de tu boca
que dulce se rindió. Pensé: supieras

quién es el que te abraza y te susurra
requiebros encendidos. Si pudieras
llegar a tocar fondo en el misterio

del triste vagabundo que acaricias
que está muriendo a chorros y no puede
morirse de una vez porque tú existes.

Sentí tu corazón dentro del mío
latir a mi compás. Y juré al cielo
luchar hasta morir por merecerte.

( de Aunque es de noche, Renacimiento 1994)