Por la noche llega el asalto del insomnio, regalo de cuando vivía entre humo y ruido. Entonces me siento y recuerdo y lo cuento. Solo.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
ÁGUILAS QUE SALEN Y VUELAN
Veinte años tendríamos, más o menos,
y entramos en el laberinto.
Tú sentías, yo buscaba.
Y la vida dio vueltas,
y el laberinto siguió.
Treinta años tendríamos, más o menos,
y ansíabamos la salida.
Tú sufrías, yo sentía.
Y la vida dio vueltas,
y el laberinto siguió.
Cuarenta tendríamos, más o menos,
y vimos una luz.
Tú buscabas, yo sufría.
Y la vida dio vueltas,
y el laberinto siguió.
Cincuenta años tuvimos, y todo era laberinto.
Tú renunciabas, yo me resignaba.
Y la vida dio vueltas,
y el laberinto siguió.
Y entonces el laberinto viró a túnel,
y tú entraste por tu Norte
y yo entré por mi Sur,
y al salir nos encontramos,
pues los puentes rotos habían quedado atrás.
Tantas, tantas vueltas, para una cosa tan sencilla:
asir las manos y decirnos el Amor.