martes, 26 de abril de 2011

PALABRAS COMO ESPADAS



Hoy monté tu espada
en la pared
de mi cuarto
estrictamente vertical,
para que allí guarde,
como tu dormido gesto
lo hace
del otro lado de este laberinto
sin espejos. Sí, Amor,
me llegó esta mañana tu palabra,
tan perdida,
y mía la hice,
como tú a mí bajo la lluvia,
diez mil veces.

Ahora sí sé qué quiero,
y la pregunta dónde,
y la respuesta cómo.
Ahora sí, espérame,
espera mi palabra de vuelta
sin vuelta atrás.
Volará a tu Norte mi palabra,
irá contigo allí, mi Cielo.

Y con mis ojos tú verás
lo que darme quisiste.
No puedes vivir en mi, Amor,
pero yo lo sé pero no.
Como la espada has nacido
de las aguas. Yo del fuego
y así somos aire ahora
antes de retornar conmigo
a tu Tierra. Tu tierra del Norte,
de la que tanto me hablaste,
y ahora son mías tus palabras,
ya soy, ya, quien debes ser.

Y sé por qué te marchaste
tus dedos en mi espalda
diciendo que no, tu gesto
de silencio y tu sonrisa
diciendo hasta siempre.
Ahora sé por qué son piedras
las piedras y huecas las rocas
en que me anidó tu corazón.
Ahora entiendo por qué
precisamente ahí
fue que invitaste a quedarse a mi semilla.
Ahora sé de tu fruto
que en lo hondo
es la gran promesa de la Luz.

A tu cielo apunta nuestra espada
y desde tu atalaya, Amor mío,
verás siempre crecer estas espigas.