Está en tu mirada verdiazul
no en la que yo escudriño el
infinito
y en tu aroma de frambuesa, madura y dulce
no en el que yo absorbo de
tu piel en cada poro
en tu voz tarareando el pasodoble del torico
no en mi balbuceo de
palabras huecas y vacías
sobre todo, en el sabor de tus labios entreabiertos
que no en la cerrazón oscura
de los míos
y en el escalofrío de tus manos en mi espalda
nunca acompasadas en tu
vientre por las mías
No hallarás perfección, Vida
mía, en este torpe vagabundo
abatido al primer tiro de tu
troya
engullido por tu amor en mis
abismos
bajo el cielo iluminado por
tu trueno
Sólo camino, y los surcos
del azar