"Quiero ayudarles. Pero
quiero absoluta cooperación de la población civil, porque su ejército ha sido
derrotado. Su gente no tiene por qué morir, ni sus esposos, hermanos ni
vecinos. Sólo decídan qué quieren hacer; como les dije anoche, podrán sobrevivir
o desaparecerán" (...) Alá no puede ayudarles... pero Mladić, sí.” (julio
de 1995)
Yo tenía 36 y había sido padre dos antes. Nunca
me explicaré cómo llegue allí. Tal vez mi fracaso como persona, tal vez la
ilusión de no morir en vano. El penúltimo triunfo del ego (el último es querer
morir con dignidad).
Y allí conocí, amor mío, de tu guiño la
sombra y la duda del alba.
Los gallos callados por el azufre del aire.
Las lágrimas de hombres impotentes y
cobardes.
Los gritos de las madres en la madrugada.
Después ya nada fue igual: quince años después
viví en India y ni me inmuté.
Allí también había madres y no gritaron.
Y hombres que no lloraban.
Y gallos sin aire sin cabeza.
Y tu sombra, amor mío, en la duda del guiño
del alba.
Sigo soñando, pero
Sigo viviendo, pero
Llevo a Pessoa en un bolsillo
Y a Pavese en el otro