jueves, 28 de septiembre de 2006

SEE UND KNOBLAUCH


Te he buscado donde sale el Sol
¿estabas donde se pone?
Te he soñado de noche, indurmiendo,
¿duermes de día?
Te he sentido de día, invigiliando,
¿sueñas de noche?
Yo sí sueño de día y de noche y
sueño con el cariño de tu cuerpo y
con el amor de tu mente y
en la nostalgia de tu alma,
ahí donde esté, lejana…
¿Dónde estás y cuándo?

Déjame asirme al cabo que no echaste
solo quiero sentir el calor de tu vientre,
el sol en tu cabello y la ternura, fugaz,
de una mirada al fondo de mi alma
náufraga en el torrente de mi vida.
Pero tendrías:
la belleza del paso de Tornavaca,
nueces, uvas y queso,
la nieve en Suiza y el café de Bruselas.
Las coplas del Sur, el otoño en Asturias,
el verdor del Neretva. Las librerías de Londres
y un crucero por el Nilo.
El canto de los pájaros de Aquisgrán,
las columnas de Bamberg y los puentes del Sena,
uno a uno.
La libertad: busco a la mujer que me espera
sin que tú y yo lo supiéramos.

Apareces en el sueño de mi vida
un recuerdo fugaz de una mañana
y en mi sueño reflejado en esa esquina
que doblabas con desgana y en tu rastro
se pierde mi ser errante, en tu mirada.
Quiero olvidarme despacio en lo profundo
de la claridad de tus ojos y navegar
al son de tu sonrisa entre dos aguas
emergiendo solamente en tu silencio;
tomando al fin entre mis brazos
el sueño de los sueños que mi piel tiñe
del color del sol, del aroma de tu pelo
al mecerse entre mi aliento.
Sin ti no estará nunca completo mi sueño.

El viento. El viento que silba.
Ahí está. Y detrás: Ay, no lo sé.
Sí sé qué sería. Pero no.
El viento silba.
Tras la puerta. Pero las ventanas.
Aquí y allá. Contigo y sintigo.
Ay amor, mis palabras y mi viento
te lo llevas al compás de un quejido
que no oyes.
Oculto tras la roca te observo, y me muero.

No te puedo esperar detrás de mis palabras
no te puedo buscar escondida en mi mirada.
Ni quedarme aquí, de mi suerte enamorado.
Entonces surge tras un instante de silencio:
con la luna de mayo
este pájaro voló
y se perdió.
Tras un sueño; inalcanzable.
No te vayas de mi sueño todavía,
no te vayas del temblor de mis labios
en esta madrugada fría;
no te vayas del dolor, no te vayas del recuerdo,
no me dejes, mi amor, perdido en el olvido.
Déjame ser aquél en el que piensas,
sentir tu sueño mío,
rozar mi sinrazón con un anhelo
por el que mi vida pueda
valer la pena un día.

En Tomares, apurado por el humo y mi bebida,
confieso y manifiesto
que esta vez él ha podido conmigo,
que ya son veinte días entre la bruma y la esperanza,
y que me sobrepasa la vida, y se me hace corta.
Que se termina la primavera y no
he cumplido mi tarea, que el tiempo se me acaba;
que quizá no haya más sol tras este invierno,
y que él, esta vez, ha podido conmigo.
Que lo he intentado todo, mas en vano,
que a pesar de tantos años y pesares
frente a ti me siento cada día
como ante el silencio se siente
el niño enamorado.
Porque esta vez él ha podido conmigo
y no me rebelo ni me hago trizas
sino que me dejo fluir con el viento lentamente
al rincón en que te intuyo.
Mas acaso él me devuelva la pelota
y pueda mañana beber mi alma de tu alma enamorada,
acaso él no haya sido, después de todo,
quien de verdad pudo esta vez conmigo;
acaso no sea esta vez Amor culpable
sino tan solo mi torpeza aspirando a tu regazo.